Ser

Ser
Es este un espacio para la interacción entre la realidad de un ser real y la experimentación surreal de un ser virtual...

lunes

De feria...


Los respetados señor y señora élite se pasean con holgura en las mieles de una de sus predilectas tradiciones decembrinas. Es el marco de una de sus mayores festividades y ésta es la de cierre de año. Alabarán la barbarie expresada en la sangre de un animal en la arena. Será el momento propicio para regocijarse bajo la sombra ondeando sus abanicos mientras soplan a la distancia los otros; asomando su cabeza por encima de la malla. No sabiendo si podrán sentir el tan ansiado ritmo coordinado de los mamíferos perisodáctilos en su paso, pasearán por sus típicos lugares, sentirán el amarillo que el sol a su paso deja mientras se deleitan con las pacíficas rarezas alimenticias, lejos de los cereales importados y la caja blanca que no es leche sino milk.

Así siempre ha sido, el señor y señora élite mostrando al mundo su feriado y los otros rebuscándose entre las sobras. Y es que así es como se amaestra una bestia: haciéndole entender que las cosas funcionan así, que ese es el orden. Que no está bien aspirar a más sino dar muestra de la fortaleza y el temple, rebuscándose entre aquella tradicional quimera costumbrista que se erige con tal delicadeza, como si de una procesión se tratase.

Para darle un mayor colorido a esta caja de pandora que encierra a los miembros de este particular terruño con aspiraciones de ciudad, están –y por momentos estamos- los otros. Sí, este peculiar espécimen que es exhibido por el señor y señora élite como cabezas obtienidas en una larga cacería. Ese mismo especímen que otrora mantenía intactas las haciendas y ahora, además de haciendas y animales, también apartamentos, calles y restaurantes; ese que da color a las calles con el contraste entre su tez y los colores vivos, por ejemplo el rojizo del chontaduro o el verde amarillento del mango. Estos miembros son extraídos de sus laboras en la la sociedad de los señores y son trasladados a centros comerciales, con las migajas de su sueldo en papeles o tarjetas. Van a almacenes, supermercados y todo tipo de espacios y así, su sudor sufre una serie de transformaciones: primero, en las manos de sus jefes ese sudor pasa a ser convertido en papeles monetarios cada tantos días; luego, los papeles monetarios pasan a ser paquetes de alimento, bebidas y otras cosas que permitan a los suyos estar bien, o por lo menos, no cortar la continuidad de la cadena pues podrían molestarse los amos y hasta sacarlos del sistema, y eso no sería nada bueno por razones que ya han olvidado.

Los otros, sin mayores reparos, creen entender todo. Dicen ser diferentes y toman la sartén por el mango; el orden y control de las cosas es suyo. Ya se han manifestado a través de pancartas en un año de marchas y marchas, como las que los llevan de la sala al baño, marcha a un baño que es igual de productivo, cagan, cagan y vuelven a cagar, pero está bien… se descongestiona el sistema, digestivo. Se dice que hay independencia, la historia así lo ha demostrado. Contaron los amos que se tendrían derechos y nadie explotaría más, ¡y menos! haría de ellos objetos de vitrina como material de uso transferible, propiedad del portador. Ahora están las redes e interconexiones virtuales, "el mundo a través de un clic", como dirían. Salen cada vez menos de su espacio virtual y sus vecinos ya no tienen que verles sentados en los andenes viendo pasar la tarde; mejor, algunos mensajes, publicaciones en muros y por qué no algún video para amenizar el diálogo. Los mismos con las mismas, un círculo en el que ser amigo mutuo es una especie de rito de paso para entrar a compartir con otros como los otros. Importa poco si quien avala no es más que un contacto en común con el que nunca se ha departido.

La última pincelada con la que se termina de plasmar este feriado paisaje es con la profunda aspiración de los otros, que velan porque exista una pequeña ranura en la que puedan poner sus partes para así llamar la atención de aquellos que nuestra lengua no entienden. Que estos que de otros lugares vienen, logren sentirse atraídos por los productos físicos que hay. Como lo harían las bailarinas del viejo oeste, muestran que también hay piernas, traseros, sonrisas y por qué no, pieles de exportación que podrían llevar a sus países para mostrar nuevamente cómo se conquistan tierras ajenas. ¡Ah! Tan sencillo es que ni siquiera habrá que hacer uso del truco del espejo, bastará con pintar otra realidad para evitar afrontar la tediosa tarea de mirarse a sí mismo.

viernes

Nosotros, los humanos.


Y ahí estamos, nosotros. Eso a lo que llamamos humanos. Nos frotamos las manos y revisamos: aprobamos o desaprobamos. Como si fuésemos testigo de nuestra propia invención, como si quisiéramos revalidar esa nuestra importante posición. Y estamos ahí, erguidos, sabiondos y convencidos. Nos damos a la tarea de entregar varios momentos al profundo análisis de nuestros tiempos y de aquellos tiempos. Y tiramos frases, como postales a la espera de que queden enmarcadas en un gigante muro donde todos lo vean y aprecien lo pensantes y humano-diferentes que podemos ser. Y sí, seguimos por ahí, observando al mundo que gira entorno nuestro; bajando el meñique para que baje el sol y subiendo el pulgar para dar permiso a que se pose la luna.

¡Humanos!

Nada, pero nada de lo que se pasa y pasea entre nuestras sienes es más que lo que queremos que sea. La magia no existirá si nos se nos viene en gana que exista. Y no habrá sensación alguna porque no lo queremos así. Y es que tenemos el poder de decir y decidir sobre todo aquello en cuanto creemos –y nos lo creemos-. Basura es si queremos el conector muscular de la frente y el mentón. ¡Será basura todo cuanto se nos plazca! Y la duración de cualquier cosa estará limitada a nuestro antojo: acabará sin iniciar cuando a nosotros nos parezca. Aunque, si nos divertidos, nosotros los humanos preferimos darle rienda suelta para que crezca mientras lo disfrutamos. Ahí estamos.

¡Humanos!

Al abrir los ojos, en donde sea que lo hagamos, sabemos que si no nos levantamos quizá el mundo se detenga, completamente seguros que si nuestro mundo se detiene ¿Qué otro mundo podrá existir? Ninguno. Somos el todo y para todo. Todas las preguntas salen de nosotros y todas las respuestas solo las encontramos nosotros. Ah... pero también disfrutamos aquello de lanzar zarpazos a los otros, sean quienes sean, para verlos cómo se llenan de nuestros propios interrogantes y casi nos califican como seres superiores a ellos, y hasta a nosotros mismos.

Sí, somos una especie única, tanto que hasta nos lo creemos.

El agrado de extrañar.

Aquello de extrañar se hace agradable si uno alcanza a pensar que eso representa un algo que no está. Como que ya tiene su lugar en uno. Vos, sí ,vos que sos así como sos, tenés tu lugar acá en esto que soy yo. Es un bonito gesto aquel de enojarse. ¡Sí, suena gracioso! Pero lo es, de no ser así... de no generar tan siquiera un enojo, una cabeza erguida que se quiere llenar de orgullo para decir: "No lo llamo, no le escribiré, ¡Ja! Ni lo voy a leer. ¿¡Qué cree!?" Si no existiera eso, nunca existió nada y yo -o uno- tan solo hubiese sido un elemento más con el que se coincido espacial y temporalmente.

He recibido mucho amor de tu parte y también he emitido y emito constantemente mucho amor. Deseo siempre que estés riéndote y "pelando los quesos" con esa forma que tenés de hacerlo. También deseo que te estés inyectando arte en las venas y anhelo, con toda la alegría del mundo ese momento en que, de nuevo juntos, me contés cuánto has conocido y cuánto has vivido. Parecería poco o largo tiempo, no lo sé. El tiempo, como sabes es bastante relativo según como lo he aprendido. Creo entonces que es un granito de acá para otro granito de allá, creo que en medio de esto que es la perfección universal, nos encontraremos una vez más, así, fácil y sin ningún plan, así como se produce la belleza y la magia de la vida.

Estará bien que reitere mi anhelo pero también mi profundo respeto por cada gesto generado de tu parte, bueno o no tan bueno, es la forma como se manifiesta, en medio de su perfección y esencia un ser único: vos.

martes

Don Camilo, el de la panadería.



Y es que salió así, de la nada. Mentira, de la nada no, en realidad estaba preparado. La multitud venía sudorosa en la esquina de la panadería de Don Camilo. ¡Sí! de Don Camilo que es tan tranquilo y que a veces casi no entiende cuando uno le dice: "Don Camilo, ¿Tiene  pan caliente?" "¡Ca... ¿qué?!" Responde el viejo. Sí, él estaba ahí sentado en su butaca que tenía casi tantas líneas como él en su piel. El café esparcía su aroma por el lugar. La tarde era agradable, eso sí, hacía mucho sol, mucho calor. Mientras él asomaba lentamente su cabeza para divisar el panorama de la comunmente solitaria Avenida Flores, a sus espaldas la multitud se acercaba, más y más y él ni se inmutaba.

Pero es que Don Camilo ha visto tantas cosas, ha visto pasar tanta gente por ahí por donde se firman contratos y él sigue ahí en su panadería. Un día la pintó con orgullo de rojo,  luego sencillamente el tiempo vio como se caía la pintura y aquella fuerza y vehemencia con que Don Camilo hubo pintado su panadería aquella vez desaparecía como la arena superior de un reloj. En él se percibía un aire de resignación. Ya prefería escuchar la radio y mover lentamente su cabeza, en ése particular pero tan significativo gesto de reflexión. A veces, cuando se veía con mucha energía, traía un par de revistas y periódicos viejos que compartía con los más jóvenes que le apreciaban mucho por sus historias pero sabían que era muy esporádico el que estuviera en disposición de contarlas. En aquellas páginas en que Don Camilo deslizaba sus dedos mientras relataba se divisaban personas con sus brazos estirados gritando. También se veían muchos puños sellados con violencia. Banderas aquí y allá. Y siempre, en el centro de una de ellas, una fotografía de Don Camilo, muy joven, vestido de blanco y con una cinta roja en su brazo izquierdo, bastante serio pero con un leve movimiento de labio que sugería una sonrisa, como la Monalisa. La observa por algunos segundos más y la devuelve a la revista sin que ninguno de los jovenes alcance a percatarse de quién se trata. Continúa. Sus arrugados dedos sobre las letras e imágenes junto a su rostro conforman un aspecto bañado de una nostalgia de aquellas que las fuentes de los deseos generan en los niños que han crecido; sí, crecido entre deseos.

Pese a su limitada percepción sonora, Don Camilo escuchó un murmullo. Aunque lo que se avecinaba era todo menos un murmullo. Una verdadera jauría humana se agolpaba a lo largo y ancho de la calle con premura. Traían muchas banderas y venían en su mayoría de blanco. Don Camilo los observó, pasaban por la Avenida Flores, estaban frente a él ahora. Algunos por el andén de la panadería, otros por la calle. La multitud copada todo el lugar en su trayecto. De repente, Don Camilo se levantó de la butaca, se puso de frente a aquella multitud, levantó sus brazos y abrió su boca tan grande como pudo: bostezó. Tomó su butaca y la llevó dentro de la panadería. Cerró la puerta y se sentó en la butaca. Ahí, con sus facciones de la vida y los recuerdos de aquellos deseos lanzados a la fuente...

sábado

El búnker perfecto.

Les hablaré del Búnker Perfecto. Sepan entonces que no todas las guerras son con armas de destrucción masiva y esas vainas, ni tampoco son guerras frías y mundiales siempre. Hay guerras, tanto o más trascendentales que tienen lugar en uno.

He de admitir que las cosas también tienen mucho que ver con cómo se miran. Sí, efectivamente, así como dice la gente. Y es que si le ponemos un poco de sentido, cuando uno se aleja de algo, inevitablemente se acerca a otro algo. Es como si la vida fuera un círculo en el que de una u otra forma siempre estamos rodeados al tiempo que rodeamos algo.

El Cine es un gran refugio, mejor, el arte es el mejor de los refugios. Y si ese arte se acompaña de amor; al arte, al amor mismo, a los seres, se convierte en una especie de búnker infranqueable. Los sentidos exigen su dosis y el alma, además de oxigenar, aguarda siempre atenta por su alimento, por su receta. El templo de ella debe estar reluciente, pese a ello, las toxinas nunca faltan, siempre están a la orden del día. Las preocupaciones, los temores. Decía un man ayer, un tipo que regalaba parte de su conocimiento en un lugar en el que me encontraba y manifestaba sensaciones con su acentuada z: ¿Por qué alejarnos de los temores? Y es que los temores son parte de lo que somos. Es mejor, diría yo, que los acompañemos, que los conozcámos. No se trata de escabullírseles, no se trata de huírles, es mejor conocerlos. Y yo reflexionaba, una vez más reflexionaba. La valentía se acrecenta y se hace guía.

La Música... ¡Ah, qué hermosa es! La realidad es que sería difícil encontrar amores como ella, como la música, la mimada de las artes. A ella, los tíos, primos, hermanos y hermanas le traen regalitos. ¡Y ni qué decir de sus padres! ¡Oh...! Ellos sí que la adoran. Ellas es así, tan hermosa que todos sus amigos y amigas la aman, la aman y la seguirán amando. Ella podría elegir a quién amar pero ella es tan... ¡Ella es tan ella!Tan... ¡La música! que prefiere amar y amar, amar y seguir amando, a todos y cada uno por igual. Cuando se siente triste alguien, acompaña su tristeza, lo ayuda a levantarse, a volver a sonreír, a volver a amar, y si por esas cosas, su amor "no llega a buen puerto", como dirían los de algún Puerto, ella está ahí, con la melancolía, la nostalgia, el temor, la tristeza, pero esta ahí, solo se esparce por el aire. Ella es tan fuerte que se lleva en el alma, se tararea hasta cuando uno aún no conoce esto y se hace compañía el resto de la vida. Así es ella, capaz de todo.

Las Letras... ellas son las que hacen que pueda ahora transmitir las sensaciones, sean las que sean, y que usted, sea quién sea, lea esto. De las letras solo puedo decir que no existen letras con las que pueda describir todo lo que a través de ellas se puede sentir.

jueves

Vainas


Quién lo creyera. Las sinrazones están cargadas de razones. Si vos te pones a mirar, una sinrazón trae consigo miles de razones y, sin embargo, se defiende en su posición erguida de ser una inmaculada sinrazón. ¡Hasta exige ser tenida en cuenta, aún cuando no expone razones, sencillamente porque es una sinrazón! ¿Y es que acaso necesita más? Ah.. es que es cierto, una sinrazón no necesita razón. 

¿Cómo serán los atardeceres en Islandia, serán acompañados de pequeños gnomos con sus sombreritos escoceses? Sean como sean, deben ser lindos. Deben tener su magia como en pinceladas que pintan las nubes, jugueteando entre ellas con las mentes que las aprecian y aún... imaginan formas... en aquella que se ve ahí, sí, la robusta. ¡O mejor esa! ¡La pequeñita! ¡Sí! La que parece un pequeño avión. No, no, eso no, eso sí es una avión, digo la nube que parece romper él, esa… esa. ¿Si parece un avión, no? Sí, sí lo parece. Bonitas…

Uno pone una untada de dulce en la lengua y la saborea y le da vueltas, y juega con la saliva y la lleva atrás y la regresa hacia adelante. Y, si tiene más, sencillamente la traga y arroja otra a la lengua. Pero, sí no tiene más, esa untadita se hace eterna, y sabe más delicioso, y uno quiere que dure más y es algo como entre la untada y yo. Algo que uno no quiere que tenga la intervención de terceros. Y uno cierra los ojos, saborea su untadita de dulce y se la traga.

El tiempo suele estar en muchos lugares. Es tan inmenso el tiempo como para que esté en todos lados y con todo pero tan pequeño para que quepa entre unas manecillas. Y sí, es que el tiempo es tan relativo como el mismo sentido que se le dé a este. A veces, cuando pareciera lento para algunos, a otros pareciera acortárseles. Mientras a algunos pareciera darles vida, tiempo de vida, a otros pareciera agobiarlos y casi coartarlos. El tiempo, como muchas cosas en la vida debería estar sometido al ser, más que someter a éste.

El Amor es tan fuerte que solo requiere de la sensación como argumento para desarrollar cualquier acción....

viernes

Nubarrones, frío, calor, instantes.

¿Qué tiene por dentro un nubarrón? Sí, es que hasta un nubarrón tiene algo por dentro. Y un nubarrón sí que tiene mucho por dentro. No obstante, sigue ahí, amenazantemente sutil. Paseando por la mente y la frente. Desdibujando el subconsciente. Sigue ahí, con su pulverización y emisión gris. Ahí, omnipresente. Ahí, por momentos resplandeciente, en sus esquinas y rincones. También creo que un nubarrón debe ser entendido, o necesita ser contemplado. Creo que por fría que sea su presencia y helada que se ponga la piel con solo sentirlo, requiere de un instante en el tiempo en el que todo eso que es él; multiforme, enorme y ensanchable, pueda explayar todo lo que es.

No me gusta el frío, en absoluto. No me gusta la idea de que me tiemblen los dientes mientras la temperatura desciende. No me gusta ni pensar en la gripe, la voz afónica o disfónica, nunca me gustó. Sin embargo, así como el frío es frío porque el calor es calor, así mismo tiene su razón de ser, tiene su esencia, su forma y con seguridad se puede disfrutar. El frío es un reto que el clima pone sobre nosotros. Algo así como una propuesta a atrevernos a aceptar las diferencias entre los seres, a asumir con convicción que la humanidad misma es mucho más que un yo. A diferencia del calor, el frío necesita ser bien compartido. El frío no es amigo de la soledad, si están juntos, pueden compaginar sensaciones desastrozas en las almas. El calor por su parte, puede sofocar, fastidiar pero con algo de brisa o alguna muestra de frescura se podrá sobrellevar. Pero el frío, si el frío se apropia de un sitio en el que la soledad reside... es una mezcla para nada agradable. Abrigos, cigarrillos, fogatas, guantes, bufandas... sí, muchas cosas se han inventado, pero el frío, el frío solo se puede amenizar con el calor del alma, el calor de la compañía. Ah... y no quiero tocar la frialdad, esa sí que asesina. Así como el frío debilita el alma, la frialdad la asesina.

Ahí, en medio de la nada que podría ser todo se encontraba. Pero hoy, hoy era nada porque sola estaba. Estaba ahí, sentada en la banca. Frío el costado izquierdo. Ella, pequeña y delgada, con tanto llevaba encima parecía a cualquiera menos a ella. Sin embargo, su cuerpecito solo alcanzaba a ocupar un costado de la banca y pese a todo el calor que siempre emitió su corazón, el frío conseguía penetrar su alma, apropiarse de su piel, de sus labios, de su tejido y ablandarla, ablandarla hasta casi helarla. Luego, una llamada; un instante en que otra voz por su oído penetraba. Ese calor fue tan fuerte que el hielo de su corazón derritió, dejando ver en sus mejillas, cómo corría el brillante líquido que releva la más pura sensación.

miércoles

Loores a los Aros.




Es... demasiado dulce. Como tentanción de vitrina. Y de repente, cuando tu deseo delincuente impera en la mente: ¡Crack! el vidrio se rompe. Ahora todo es diferente. Eso que veías danzar ahí, tan cerca pero tan lejos ya está acá. Eso que era como de cristal, como una sagrada escritura... sagrada e inmaculada, ya está manchada, mejor, está dispuesta a ser tocada. Tiembla con dulzura y desde adentro el arremolinamiento estremece el viento, se te pone dura. La lagartija se arrastra por el suelo. Es apenas una bebita pero su deseo de explorar le grita. Vos ansioso estás por sacarle una lagrimita. Le hablas en voz baja y la sentís cada vez más cerquita. Antes estaba sequita, ya no tanto. ¿Se espantó? No, sigue ahí. Cada poro se excita. Sigue ahí, como en la cima... suavecita, fresquita. Y ahora vos que cerrás tus ojos, levitás.

Era el destinado y preferente destinatario, ni mercenario ni corsario, mejor un participante e invitado honorario y quien no prefería dar tiempo al horario. Así se le conocía y así era como él prefería que se le imaginara, además, siempre se murmuraba y murarará, cosa que con el tiempo poca importancia tendrá. Sus mezclas predilectas solían resultar como frutas frescas en el edén de la pesca. Como un codazo entre los que de algo han hablado y luego lo tienen de frente. Susurros con disimulo y exhalaciones repentinas.

Sí, a él no se le pasaba nada. Ya había puesto la musiquita. ¡Ja! Ahí estaba con sus labios a medio doblar, su sonrisa picarezca, esa misma con la que lograba que la Paloma crezca y esa misma con la que lograba que el amanecer aparezca -y desaparezca- entre el nubarrón que en su cabeza para la paloma gesta. Ahora estaba ahí en el aro, haciendo que el temor desaparezca y abriendo el regalo sagrado: la cesta. Y vienen y van sus peculiares amagos; con el entra o no entra...

Ahora los veía, ahi estaban. En su brazo, en su bolsillo, en la mesita que tenía al lado y en la pared, sobre todo ahí, en su pared, pulcra para efectos de la causa. Ahí van segundero y minutero. Siguen, como hace largo rato, correteando y correteando; capaz que se la pasan en eso el día entero. Ahora, el dolor y temor se cobijan de pasión y se bañan de sudor. Ahora la calma llega a su palma y de a poco aire inhala, exhala... abre los ojos. La Paloma se siente diferente, más abierto el presente y también el horizonte. Una menos en sus estampillas y otra más para las cosquillas que gestarán los recuerdos de sus rodillas.Sonríe. Las alas largas de par en par se despliegan. Pareciera que nace de una cabeza y le da paso al olvido de la nobleza; borrón y cuenta nueva. Y así, lo permeado de a poco se seca. En el ambiente respira un calor matutino, pese a que en pocas horas la noche entra y su rostro está atento al momento en que, con su lente capturará el instante de la nueva flor silvestre, que se florea para su mejor postal; húmedo recuerdo se plasma en sus mentes.

Y decían que la ponía en un pedestal...
y sí, es que entre más alto se eleva más profundo entra.
y sí, es que también ha de bajar,

y así, su levitación tendrá final.

lunes

Desde lo recóndito. #¿?

Bonitas estas las horas para escribir...

En fin. Festival de día el vivido. Un poco de nada que reune todo, las entrañas de los míos que me hacen cada vez más mío, haciéndolos a su vez, míos. Pocas veces la luz de la calle pero muchas veces el frío en el aire. Y es que se filtró... y es que ha estado haciendo mucho de él, mucho frío. Quizá sea como ese juego en el que el destino te pone contento, despojándote de prendas nuevas que enceguecían si así lo quisieras y recuperando la belleza de esos harapos a los que en algún momento hasta llamaste -llamamos- "viejos". Varias horas, que se han transformado en días, a su vez, en semanas y si se tiene la dicha, meses. Alejarse un poco es volver, ¿A empezar? No lo creo, sencillamente volver para oxigenar, y continuar. Senderos se deben plasmar, frente a las cosas se debe reflexionar. Aún queda su sombra por ahí en el vacío y cuando menos lo espero, casi de ella escribo pero es también así, sangrando como sale luego una cicatriz. Y es que no solo las heridas cicatrizan, eso debe quedar claro.Cicatriza y cicatrizará todo aquello que se deba curar.

Me da mucha alegría leerme, me da mucha alegría saberme unplugged de la red-como te dije a vos que espero que me llames de nuevo, fue agradable oírte, ¡ya imagino cuan agradable será verte!- pero conectado con el todo y en ese esfuerzo, léase bien, esfuerzo no intento, por tejer las redes que sostienen, esas, las mismas de siempre. Ahora, casi que cualquier argumento es válido y permíteme estar ahí, muchas pequeñeces que otrora pasé por alto para dar gusto al gusto que con el tiempo se hizo disgusto, ahora son magnas y sirven de argumento, sólido argumento para mirar hacia donde aún transita el viento y seguir viviendo, sintiendo, resintiendo. ¿Qué será eso? Cualquier cosita da risa, cualquier visita es como la alegría cubierta en papel regalo y de caminar muchas ganas hay pero, por primera vez, en mucho tiempo la cabeza no tiene un nombre concreto, no se traslada en ella o aquella y reflexiona sobre lo dicho y bla bla bla... ¿Será eso? Que desde hace mucho tiempo el tiempo me vio sin tiempo; ahí, analizando lo complejo, siempre perplejo ante la sensación, siempre pendejo. ¡Quién sabe! Lo que se sabe es que es todo es perfecto, que es un proceso -Como le dije al amigo de mi amiga aquella vez en que me invitó a San Antonio y me ofreció algunas birras, fui con mi otro amigo; de una u otra forma podría marcharme pronto, luego de recibir mi saco verde, ese saco bonito que me regaló el pelado la última vez que estuve en Bogotá y que le presté a mi amiga la que me invitó y llevó a su amigo a quien le dije que era un proceso y se rieron como quien tiene droga y alcohol en la cabeza, el cerebelo, en todo el cuerpo y se encuentra con alguien que no lo tiene. Sí, se rieron, no me reí, miré a mi amigo y con el ojo izquierdo le dije: nos vamos cuando te lo indique con el ojo derecho. Y sí, así fue, le indiqué con el ojo derecho y con facilidad levanté mi ceja, también derecha, ah.. por cierto, no me traje el saco verde. Ahora que lo recuerdo, lo extraño, porque es la segunda vez que hablo de él en tan poco tiempo, primero a mi sobrina Nicolth le conté, y ahora acá, contándole a quién quiera que sea usted, vos, ustedes, lo que sea que lea o vea esto- decía entonces que es un proceso y por momentos se acelera, por momentos se ralentiza, eso sí, cuando más se acelera y cuando mejor se pone la cosa es cuando la distancia hace mella. Porque, no hay mejor forma de mostrar, que demostrar, sí, así es el interés, ¿Quiere mostrarlo? Demuéstrelo. ¿Cómo? He ahí el detalle... no lo sé, solo digo cosas que se me viene a la mente antes de que el reloj que está en la esquina inferior derecha de este iceberg humano, llamado PC, dé la 1 (Una). O, bueno, quizá sea antes, cuando me canse, ¿Qué sé...?

Bueno, ya a descansar, más... ¡!
Les recomiendo que escuchen a Yael Naím. Es una nena muy linda, así toda flaquita, alta también y con cabello negrito, pero en fin, se las recomiendo no por su bonita sonrisa, su atractivo físico sino por su linda voz, tiene una canción que se llama: New Soul, quizá les agrade y si alcanzan a ver el video, mejor aún, quizá perciban un poco más los mensajes que las letras emiten entre ellas cuando se encuentran y así dejan ver un poco que el ocaso, de una u otra forma, es un nuevo amanecer.

jueves

Cinco

Lo que yo creo es que es algo así como el primero de muchos. En mis oídos el tacto del sonido. En mis ojos las alusiones del naufragio en el tiempo vivido, casi calcinado y enviado al olvido. Esa flor deberá retoñar pero lejos de esta tierra. Ahora vos, sí, vos que me robas una sonrisa con tu gentil número. No me gustan los números y siempre han sido bastante alejados para mí pero en tu caso, hago una excepción, una pausa y una escritura en el renglón, ahí al costado porque se siente bien. Porque es agradable lo vivido, serás el único impar; número por demás, que me llega a agradar. Sí, siquiera un poco más que los demás. Y de nuevo, ahí vos estás con tu particularidad, con tu gesto de benevolencia, de expresionismo impregnado en cada gesto y alegría esculpida en las curvas de tus labios.

Linda tu aura y cargada tu alma, tomacorriente que no toma corriente si no que siente y entrega lo que siente a quien lo siente. Sí, es agradable eso oís. Sonrisa para vos y ese vos que sos vos. Me pone contento que te ponga contenta que los otros estén contentos; la particular condición humana... ¡Sí que ha sido fruto de análisis! Y, bueno, recibo con agrado esa decisión tuya de entregar, y entregarte. De ojos cerrados creo en lo bonito como siempre he creído y dejo que acá se quiera quedar mientras dialogo con vos, o bueno, mientras me esperas, como te lo he pedido.

Uno, dos, tres, cuatro...

sábado

Noche de Perros y Gatos.

El vecindario era testigo de cuánto tiempo se había pasado el Perro meditando sobre la manera correcta para sorprender al gentil Gato. Era su cumpleaños y sencillamente quería verle feliz, claro tenía que queríar pasar como siempre desapercibido. No solía ser un Perro al que le gustara estar en boca de nadie y era, a decir verdad, más bien callado. Le tenía demasiado afecto al Gato y, contrario a lo que los demás pensaban –suele contrariar la realidad a los demás- en vez del tradicional concierto de ladridos y maullidos desesperantes y exasperantes, después de un tiempo habían elegido dialogar y esta sí que era una bonita relación entre el Perro y el Gato.

El Perro se echaba al lado del tarro de la basura, ese que estaba en el patio y quedaba siempre lleno en la noche, luego del día largo en casa de Los Rodríguez. Oía al Gato que sus historias le contaba: de su día en casa y su lucha constante con un ratón loco que ya era grande y con el tiempo se hacía casi como su compañero de esa comedia a la que llamaban hogar. “Doméstico” era como le decían los gatos callejeros y el Perro le repetía una y otra noche mientras la luna veía, que hiciera caso omiso de todo ello, que eran bobos aquellos y que nunca dejara de ser que estaba bien siendo como fuera. Le preguntaba entonces el Gato sobre el amor al Perro… le respondía el Perro que sí, que seguía enamorado, que se sentía un bendecido. Sonreía con ilusión y le brillaban los ojos. Al Gato le gustaba preguntarle sobre eso porque sabía que el corazón del Perro palpita con emoción y se le veía resplandecer desde adentro. Empezaba por decirle al Gato que su amor brillaba ahí, a lo alto en el cielo, resplandeciente. Que era preciosa, era hermosísima en toda su esencia y seguía y seguía el diálogo y el mar de sensaciones fluían en su boca. El Perro hablaba tan bonito sobre el amor que el Gato se quedaba dormido con el arrullo de su voz y los deseos de llenarse de lindos sueños y amar.

Así eran ellos, coincidieron en algún lugar y agradecían haberlo hecho.

Llegó el día y el Perro no sabía qué hacer, se veía nervioso. El Gato lo sentía extraño ¿Te pasa algo? le preguntó. Le respondió el Perro que no. El Gato continúo: sé que sí. Déjame ver qué traes ahí entre tus manos. ¡No! Respondió con fuerza el Perro. El Gato insistía y así empezaron a alzar sus voces. Entre forcejeos el Gato logró arrebatar un paquetito que traía el Perro. De inmediato el Perro fue tras él. Corría y corría. El Gato se subía en los techos, atravesaba por encima y debajo de las escaleras. En la persecusión voltearon el tarro de la basura, rompieron tejas e hicieron del lugar un verdadero desastre. Una y otra vez, toda la noche se la pasaron correteándose y el diálogo de otros días quedó en el olvido. Cuando empezaron a brillar las primeras muestras del sol, el Perro estuvo cerca del Gato, cansado éste de tanto correr, no aguantó el último embiste del Perro que en un intento por atrapar el paquete, logró zafarselo sin percatarse de que estaban frente a él la escoba, el trapeador y el recogedor de la basura ¡y pum! se estrellaron y se les abrió el paquete. Era una planta de muchos colores y muchas flores que invadió el ambiente con sus hermosos olores.

Había nacido un nuevo día cuando salieron de casa la señora y el señor Rodríguez. Al ver el patio dejaron escapar: ¡Otra noche de Perros y Gatos!

miércoles

Amor de un ser.

Sí, así ha de suceder en el interior de un ser que en el amor decidió creer.
Sí, ha de costar, ha de ser de difícil...
Sí, ha de armarse éste ser de voluntad, honestidad y benevolencia.
Sí, ha de empuñar aire y pintar sonrisas en la brisa...
Sí, con su corazón apretado, sus labios mordidos y sus ojos mojados.
Sí, con su forma peculiar de ser... Una canción regala esta vez, como lo hizo alguna vez y hará una y otra vez:

"Cómo gasto papeles recordándote, cómo me haces hablar en el silencio, cómo no te me quitas de las ganas aunque nadie me ve nunca contigo"
. Silvio.

Música dactilar.

Y esto del blog ha cambiado. Mirá vé que ahora se ve como más espacio, como más amplio. Es que, verdaderamente, estos manes de Google, la tienen clara. Saben explotarle las capacidades a este sistema de comunicación. Sí que la tienen clara. Pero bueno, yo cuando decidí darle clic en "nueva entrada" no andaba en búsqueda del nuevo diseño de Google en todas sus aplicaciones, desde el Gmail, Blogger y toda esa vaina. Yo vine acá porque este ha sido un día raro, como cosa rara en mi vida, un nuevo día raro. Vaya... Este tiene una particularidad y es que cada vez siento más seguridad en ciertas cosas que otrora me vieron dubitativo. Caí, me paré y de repente resbalé.Y así, otra vez. Luego, las heridas parecieron sanar, me levanté y cuando me disponía a despegar, de nuevo al piso; otro que muerde el polvo. Ahora, ha sido extraño, ha cambiado un poco. Ahora, pese a que veo en el camino cáscaras de banano; de esas que son bien resbaladizas, a pesar de que veo algunos huecos y a pesar de que los recuerdos me incitan e invitan a retomar, he decidido no mirar hacia abajo y seguir el trayecto. A veces, cuando camino y por ahí leo alguna postal me vienen recuerdos... sí, es que también hay que decirlo, cada vez que caí viví bellos momentos. ¿Entonces por qué decís que caes si vivís buenos momentos? se podrá preguntar. Pues no... Cuando digo "caí" es porque de fueron de esos momentos que surgen a partir de las esperanzas que uno, en medio de su egoísmo, afán y quizá también esperanza misma y costumbre de soñar, se arma. Y es que es lindo estar esperanzado... y levantarse y creer y sonreír y escribir, y cantar y enviar mensajes y leer comentarios y revisar perfiles y llamar y citarse y salir a dialogar, y caminar... ¡Y tantas cosas! Pero es que sí hay que decir algo en honor a la verdad.. Es caer cuando te esperanzas en alegría partiendo de infelicidad. Sí, es la verdad. Es caer, y caer bien bajo. Ya... no podés pretender esperar a que tu alegría sea la misma día a día, a sabiendas del infortunio de los demás... eso está mal, por eso digo que caí. Y caí varias veces... En nadie podrás encontrar lo que no sale de vos, en nadie. Ahora, con la bendición del Universo que siempre protege mi camino, que siempre me da respiro, con la Luna de testigo predilecto, dándome su luz y con la compañía del Sol que nace desde adentro, quiero que mis ojos dejen de pensar en retroceder. Quiero tener siempre presente qué es caer. Y nunca dejar borrar la huella que me llevó a elegir, por primera vez, la búsqueda hacia donde nunca caminé. Elegí recorrer nuevos senderos, creo y siento que me hace y hará bien. No más moneditas al aire y que lo decida el viento si pone la cara y de una vez le estampa el sello No más. Dejaré a la novocaína y morfina musical que logren ese efecto que me ayuda a no olvidar pero sí superar. Así, marcho con las alas abiertas nuevamente a entregarme al viento, sus menesteres y sensaciones... Un pare, un prohibido, un candado, todo se puede echar al olvido si se juntan las manos, se agradece lo recibido, lo aprendido y se sueña con el camino que falta y las cosas que aún no se han vivido. Ante todo: gracias.

jueves

El perro y la gata.


Y se acercó la Gata al Perro, aún tenía la cabeza gacha y venía dubitativa. No sabía si hablarle pese a que quería. No sabía si alejarse con todo eso que sentía. Es que el perrito la quería tanto. Ella sabía y lo más difícil era que le creía. Eso era lo que no lograba superar. Se decía: Si fuera otro, ya lo hubiera despachado, cierro y se acaba, pero es que me ama... y me ama de verdad. ¿Y cómo hago yo? Yo que tanto pedí a la vida rodearme de amor... yo que hace mucho tengo amor... También lo quiero, quizá lo amo pero no como él a mí. ¿Qué hacer?

El perrito seguía ahí sentado con sus ojos entrecerrados pues la brisa le daba en el rostro. Seguía, mirando hacia el horizonte ¿O en dirección de la gente? Ella, de a poco se acercó, le tiró unos pedacitos de comida que el perrito no ingirió y se seguía acercando. El perrito no giraba su cabeza para verla pero ambos sabían que estaban cerca. De repente, cuando hubo estado lo suficientemente cerca no atinó más que decir: Miau... y lo miró con su sonrisa tímida, esa que al Perrito había enamorado.

Él la volteó a mirar. Se quedó un segundos. La contemplaba, ahí estaba ella, gatita hermosa, siempre serena, sabia, bella. Ahí estaban sus ojos profundos como un mar que parecía ocultar los más valiosos secretos de la humanidad. Había logrado despertar en el perro ese motor desde donde se dice: se llega a amar. Sin embargo, él seguía impávido, callado. De repente respondió al maullido: Sí, podremos ser amigos, sabés que te amo pero deberás darme un poco de tiempo para entenderlo. Giró la cabeza se paró sobre sus cuatro patas y se marchó. Al fondo, por allá a lo lejos se oían los ladridos, tan vivos como el latido de un corazón.

lunes

Aunque no alcanza; un párrafo llena de aire los poros.


Sí. Seguramente uno de esos tipos a los que la vida pone en el camino para insistir con la belleza que se puede encontrar en el destino. Uno de esos que no resigna y que cuando parece hacerlo, recuerda que siempre hay una oportunidad para él. Y recuerda también que las cosas son como el universo, que el universo son las cosas. Que él es capaz de idearse miles de formas para entablar esa construcción de puentes con cuartas y quintas, y demás frecuencias de personas pero que realmente cuando le tiene en frente sus dedos y su cuerpo, y todo lo que es él se apoderan de una inspiración sublime que le lleva al más recóndito de los sitios, ahí donde él no es “él” sino una energía y ella, ella que siempre es bella y hace que él sonríe y que en su rostro casi pinte la alegría que plasma una gran estrella, sigue en la calma y el afán por cultivar su alma. Ella que tanto le ha enseñado y quizá no se dé cuenta. Ella que siempre le reprocha y recarga, no le acepta pero le extraña en su alma. Ella con la moral que le enseñaron y la ética de la que se apoderaron por varios años sus manos, ella, ahí, en toda su expresión y sus compromisos previos, es en él lo más parecido a un primer amor. Dice él con temor “iniciar”, dice ella con su seguridad “reiniciar” le agobia a él por momentos la posibilidad de que reiniciar se parezca más a retomar que a oportunidad para redactar en el blanco de la pureza de un alma que vivió apegada a la nobleza. Ella sigue con su seguridad y sapiencia pero la confusión que aunque no manifiesta en su corazón se gesta. Y es que ella no le dice, dijo y quizá no le diga pero él lo siento. Sería bonito darse una oportunidad, él, quizá con su inmadurez y nobleza ante la sensación que arrasa con pasión siempre sonríe ante esa sugerencia de la vida misma y de su esencia. Ella medita, ora y agradece, además pide sabiduría. ¿Sabe ella cuán sabia es? Quizá no pero agradecer y meditar, es también una forma de empezar a seguir lo que dicta el corazón.

Disculpas ofrece en caso de que se vea como un tonto terco que no alcanza a entender y al que, además, se le advirtió, simplemente se infló desde adentro eso que todos buscan pero que cada uno deja crecer...

viernes

Mano a mano.


Un día estaban sentadas las manos ahí, mirandose dubitativas y con su gran anhelo de ser agresivas.

Ella, con su curiosidad, miraba por encima de sus pintorescas uñas mientras aquel dedo delgado casi guiñaba.
Siempre le fascinó la idea de posarse sobre esa flor amarilla que veía en ella; un pequeño pero hermoso meñíque.
El gran pulgar veía como ridícula aquella relación ¿Un anular y un meñique? A carcajadas se reía mientras repetía: "¡la vas a anular pulgar!"

Hubo un tiempo largo mientras los rastros de los días dejaban su recado en aquellas lindas manos que desde hace mucho no se veían. Alejadas envejecían.

Un día se toparon. En una camilla la una, en otra camilla la otra. La sorpresa no soportaron y de repente el monitor de signo vitales indicó que todo se había perdido: no había vida en esos cuerpos. Rápidamente se enfriaban.

Y así, la vida logró juntar al meñíque y el anular que ahora se sentían ligeros y libres para volar.

martes

Copio y pego; un poco de letras ahí mientras se mixiona en tu nariz.


Parce, uno a veces como que está medio chafa... medio estallado. ¿¡Cagada no!? Como que tiene un escupitazo en la frente y hasta que el gargajo no se pone espeso y se pasea tenue por el tabique, deciende hasta el bigote afeitado y se cuela en la boca, casi cortando la respiración cuando se intenta gritar desde adentro, no la cogemos. Pero bueno, tarde que temprano, la cogemos. Sí, inneglabe: todos los días se aprende. Cosas importantes, no tan importantes, invaluables, borrables, mamables, agradables y demás, se aprenden vainitas que uno se va metiendo en los bolsillitos, en todos los poros que en el cuerpo tenemos. ¡Todos, sí todos! Por eso no veo noticieros; basura televisiva que te quiere decir qué es importante, Importaculismo en extremis en lo que inyectan en las venas y con un ojo tragamos noticias y con el otro chateamos en facebook. ¿Este es un nuevo día no, el de ayer también, el de mañana también, no? Que las energías del universo nos protejan.

sábado

¿Qué desea?


Algo de música en una mesa, soledad en un vaso, ira en una servilleta. Hambre en un humano que tiene el menú en la mano.

Señor, ¿Qué desea?

martes

Letras; una varita mágica.


No creo que sea el mejor para nada, y menos para hablar de mí. Escucho a Héctor Lavoé y su de su voz sale: Sabio, Tu tú no tienes felicidad... el Sabio no tiene nada.

Sabio Héctor, mejor, un gran maestro. No tener nada es una realidad que solo se alcanza a compartir con el alma. Ella que alcanza a percibir cuánto se tiene pese a las distantas; estadísticas sociales que se manejan. Que uno no se mueve porque para el peso que vale el tren no alcanza, además, al tren no se le echó fuego y como es a vapor, no saldrá. Porque es que el mundo está pobre. Y tío rico se sigue bañando en una brillante piscina de dinero, que le permite arrojarse de casi treinta metros y no tener más que el regocijo de saber que el dinero no mata, sólo deja que flotes mientras te mantiene en el aire. Ya, si caes en el suelo y más aún, si te golpeas, no le eches la culpa al dinero. No fue él quien estando arriba, creyó que tocaba el cielo.

Pienso con el corazón, escribo con las poros, veo con el manos y quiero creer que quiero creer. Sí, es que sigo insistiendo con que los buenos son buenos y vivirán como buenos. En que no se debe pensar en "lo malo" o "lo bueno". Sí, dejar de pensar y analizar e ir al libro y diálogo formal para enterarse de que uno es lo que quiere ser en la medida en que permita que se exprese su ser. Sí, es difícil. Nada es fácil y si lo fuera, seguro perdería su belleza, si no, pregúntenle a una fácil. Sigo, los errores cometidos pueden no ser entendidos pero no serán obviados, tarde que temprano, la acumulación de sensación logrará rebozar el nivel del dique humano y generará un colapso interior. Tarde que temprano, la fuente se creerá río y al empezar a juntarse con lo demás, podrá alcanzar a delirar con ser un mar... un océano. Y así, con todo su potencial y poderío, arrastrará todo cuanto a su paso haya, todo lo que a su detector le parezca entrometido. Pobre Jonás de tiempos modernos que no entendió que esa sombra no era de un árbol para su descanso si no una ballena que se lo engullía, mientras él reposaba dormido. Pero en esa lógica que no tiene por qué ser tan lógica, uno sigue creyendo firmemente en que las cosas son como deben de ser. En que la perfección universal es la respuesta y que la meditación espiritual el mejor camino. Es encontrarse consigo mismo, reflexionar, analizar, no tragar entero y menos tener la bajeza de remitirse a algo tan simple y superficial como una identificación numeral. Se es que como se ha alcanzado a ser, y punto. Seguramente se evolucionará, seguramente esa evolución deberá ir ligada con la coherencia del sentir y la acción, seguramente de generarse algún desprendimiento lo que habrá será una marcada tendencia a la involución, seguramente mientras se lee y se reflexiona, se piensa y el alma vuela, la mente y el corazón se recogen y quizá... allá, donde salen los sentimientos, algo florece mientras la vida reacciona.

Mucho sol dejan ver los días, mucha luz los espíritus que en ellos aparecen. Mensajes en estados subconscientes, cuasi inevitables pero bastante perceptibles. Vida con la v de vaca, de virtud, de vida. Y letras con las manos llenas de añoranzas. Cejas que se fruncen con frustraciones y piernas que se niegan a continuar con las contradicciones, el espíritu no debería pasar por nada tan difícil como intentar hacer reaccionar a su ejecutor en el accionar pues es él, desde el espíritu, donde se debería gestar cualquier tipo de expresión.

domingo

Ella, allá, arriba,


Ella y su pluriformidad, su sagacidad para colarse en la mente de los vagabundos, nocturnos y vivientes.

Ella capaz de penetrar la más delicada membrana celular de la oficinista peculiar.
Sí, ella siempre está ahí, está ahí cuando pareciera que no la quisieras dejar ir.
Está ahí, simplemente llega por arte de magia y magia en el arte.

Ella, ilumina la propia luz, dándole un color tan diferente; entregándole un instante de respiro y ojos cerrados a la gente.

Ella, hoy se posa de nuevo en la mente y desde el corazón influye en el universo, apoderándose de todo cuanto a su paso hay; recuperando y reanimando al que era débil.

miércoles

Nació un cimarrón.


Con cadenas lo atan, su familia y su cuerpo maltratan. Balbucea por piedad en alguna lengua extraña. En respuesta a su lamento, encuentra un golpe certero que su conciencia arrebata.

Despierta, los suyos no son tan suyos; tienen ahora amos que con arma en la mano ven cómo limpian sus zapatos con sucios trapos. Aquella a quien sus besos regalara y aquel a quien en sus brazos arrullara se alejaban entre alaridos y un profundo llanto. ¡La furia se hacía veneno que por sus ojos escupía! Lágrimas ardientes corrían en sus mejillas y cada uno de sus esfuerzos por no separarse de los suyos se convertía en un golpe en su cuerpo que dejaría huellas que no borraría el tiempo. Nuevamente su conciencia le abandona. Ahora la razón es un latigazo que en su rostro se ha estrellado.

Intenta correr pero las ataduras casi pueden romper sus venas. El lamento no cesa. Las lágrimas escasean y su voz quebrantada se pierde entre las carcajadas de las armas que a su rostro señalan. Se extiende por horas que se hacen eternas. El cielo está despejado. Una lluvia de escupitajos baña su cuerpo confundiendo la sangre con agua y el agua con baba. Parece una lucha de fuerzas en la que aquellos que lo estropean se disputan el título de quién le deja más huellas. Su cabeza se pasea entre conciencia e inconciencia. La tortura se prolonga por toda la tarde y aquellos se permiten cederse el turno educadamente para tener la oportunidad todos de poner a prueba sus fuerzas. Hubo llegado. Todos entre carcajadas y bebidas frías que luego se convierten en la orina que termina la faena de aquella golpiza, entran a la hacienda. Él sigue ahí postrado, reducido, humillado. El cansancio se asoció con el sueño y se lo llevó a los campos del griego Morfeo.

Bajo el efecto del hambre y el adormecimiento, la noche se posaba y él seguía ausente de su propio cuerpo. Poco después, un ruido entre la hierba lo espabiló y retornó aquel agudo dolor en cada centímetro de su piel. Una gran sombra con un par de luciérnagas al nivel de lo que podría ser el rostro se acercaba. Estuvo a punto de gritar pero las fuerzas le faltaron, su voz le abandonó y ahora solo el frío y el temor se expresaban en su temblor, aceleraba el ritmo de su corazón. La sombra se abalanzó y tomó forma. Con la cercanía, aquella sombra se convertía en un hombre que con el índice derecho puesto sobre los labios y unos ojos grandes bien abiertos, desenfundaba algo brillante y reflectivo desde su cintura. Él, sin saber por qué, se tranquilizó. El hombresombra liberó sus brazos y con su mano izquierda le invitó a que le siguiera hacia lo oscuridad pero, contrario a lo que el hombresombra indicaba, él quería correr hacia la hacienda, recordando que hacia allá habían llevado a los suyos.

Con sus manos en el pecho hacía como si un bebé arrullara y se abrazaba. El hombresombra tomó su brazo y le resguardó con un abrazo. Sería su guía en la oscuridad y él debía abandonar lo que en la hacienda había. Tomó su brazo. Ambos giraron sus cabezas de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Ahora precedía el trayecto del hombresombra dejando a su paso lágrimas profundas que en la tierra se convertían en huellas. Mientras corrían elevaba sus manos en dirección al cielo como si esperara alguna explicación de la luna que a lo alto brillaba. No tuvo tiempo para limpiar ni secar su rostro pues casi sin darse cuenta, sus pies descalzos, de musgo y pantano se impregnaban mientras empezaban el largo camino entre la oscuridad de la noche y la inmensidad de la Selva…

Nació un Cimarrón.

domingo

Tenue pasión


Una tarde nublada. Las calles húmedas, parece que va a llover, parece que llovió. Un silencio particular acompaña la mesa. Ahí, sentados de nuevo están. Varias son las horas que han visto pasar mientras dejan salir una que otra palabra, vaga por demás. ¿Impresión de algo? ¿Afán de vitalidad? Como una búsqueda por no fallecer sin saber, simplemente desconocer. A veces, entre las personas rebuscan un pedazo de tema del que se puedan aferrar; servirá algo que parezca interesante o que lo sea de verdad. No tarda en llegar el palabreo, visitante frecuente del lugar. En medio del letargo, su cabeza intenta girar, la lentitud dice presente. No sólo físico, tan bien mental. Ahora, es momento de observar. La figura motriz sale de entre las cortinas, rojas encendidas, emana tales palabras con tal sensualidad que aviva el alma de muertos que se rehusaban a despertar. Da dos o tres pasos, se aferra a la vara que toca el cielo; convirtiéndose en el camino más corto para poder pecar, el pecado celestial. La flecha mediana del reloj alcanza a dar media vuelta y parece que todo llega al final. Con aires de tristeza retoma su postura. Dos son en la mesa, vida no hay ninguna.

En el aire inundado del humo de algún tabaco, queda una ligera sensación a sazón, hogareña sazón. Una muñeca corporal se direcciona a la vista y advierte que es hora de marchar. Mano en el bolsillo, papeles de valor comercial. Miradas que se cruzan y un acuerdo que se prolonga hasta el día que corresponda.

viernes

Reinvención.


Al principio lo habíamos dialogado. ¿La verdad? Desde más de un año atrás, habíamos acordado estar ahí. Sin embargo, distintas situaciones anteriores, por demás fortuitas, habían, no “suspendido”, mejor postergado el encuentro. Y bueno, todo lo demás: cómo se llega, cuán agradable es el paisaje, si me estaba viendo el partido de Brasil, pensando en que al llevar la camiseta de segunda que tengo de la verdeamarhela haría que tuviera una mejor visión de esta Copa América, hasta ahora pobre en emoción y así, todo eso queda en otro contexto o mejor, en otro momento. Lo que verdaderamente acá me tiene creo que podría apuntar a otro lado:

Acentos que se mezclan, desde lo alto de gringolandia hasta lo profundo del Pacífico. Saberes que se trasladan, una familia que se une y un mayor al que se respeta. Mi presencia no pasó desapercibida como hubiera querido yo. Había que ver el momento en que cada uno decía su nombre de pila acompañado de una fuerte y enorgullecedora entonación del apellido, como reafirmando que se apellidan: Herrera. A veces la discusión con ese mi gran hermano se pintaba con una brocha que sostenía él en su mano; alegando el uso de mi propio apellido a favor, como queriendo ganar puntos en esta nuestra discusión hasta sin sentido. Pero lo bueno, es que nadie nos quita lo vivido, lo reprochado y los abrazos recibidos. Yo no sé si está bien decir: a grandes rasgos. Pero, cuando uno siente que ha vivido muchas cosas y que le gustaría contarlas de a pedacitos, como cuando se guarda con lentitud y casi con recelo el último pedazo de bocado.

Ha sido un placer verdadero. Yo creo que los giros no se esperan si no que se provocan y también creo que estoy soplando despacito en un polvero. Pero, cuando se sopla tan despacito en algo tan sensible como el polvo, simplemente se va levantando y en el ambiente se está sintiendo. No quiero ver los rostros de los míos toser mientras inhalar el oxigeno polvoriento. Sí, quiero verlos cerrar los ojos, volver a creer y al abrirlos nuevamente, encontrarme frente a sí un hermoso amanecer. Cargado de anhelos conseguidos y tranquilidad reciba por la sabiduría y la verdad.

jueves

Vomito en una hoja vomitada; ajena.


He vomitado en un vómito de una hoja o algunas hojas vomitadas, hojas ajenas y tengo el descaro de rebuscar entre ese vómito algo que se pueda ingerir y lo que es peor, se crea o no, tengo el descaro de regurgitar y mostrarle a quien esté por ahí con el sentido en el aire.

(Dos puntos seguidos).

1 v ó m i t o s:

lamadresuya dijo...

Y mientras el apocalípsis pareciera tomarse la habitación, quedan esos ojos que miran el horizonte y bajo ellos, esos labios que inhalan con profundidad para exhalar con suavidad esa humarada que alcanza a torturar con la esperanza que logra sembrar para de nuevo inhalar, y de nuevo exhalar. Now.

23 de abril de 2011 21:17

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v o m i t e

(Punto aparte).

lunes

Las hermanas moscas.


Eran un par hermanas moscas, bien bonitas ellas. Tenían una particularidad: todo el día se la pasaban soñando con cambiar el mundo. Y hablaban y hablaban sobre sus grandes proyectos, presentes y futuros. A veces, cuando deleitaban un gran pedazo de mierda en algún parque o simplemente aguardaban a que se descuidara el carnicero para lamerse sus patas sobre la roja sangre, decía la menor a la mayor: No quiero que me contés todo, quiero que me contés lo que querás contarme. Y la mayor respondía: No quiero que me contés todo, quiero que me contés lo que debas contarme ¿Estamos? ambas estuvieron de acuerdo y lo hicieron saber: ¡De acuerdo! Se abrazaban con sus tantas manos.

Volaban y volaban de un lado a otro. De la carnicería iban al parque, luego a alguna cocina. Estando en alguna casa se paseaban por los baños, los habitaciones y la sala. Sin embargo al caer las noches, buscaban rápidamente la salida hacia la calle pues se sentían muy inseguras en las casas. Decían siempre: con las arañas nunca se sabe. Un día, la menor sorprendió a la mayor diciendo que debía salir a una cita. La mayor, pese a que sentía que no le decía todo lo que debía, simplemente no cuestionó pues recordó que su compromiso era que no le dijera cuanto quisiera sino cuanto debiera. En su mente repetía: Es raro, espero estar equivocada pero siento que miente..." La menor simplemente la miró antes de salir y con una sonrisa le dijo: tranquila, recordá, te contaré todo lo que sienta que te quiero contar. Sí, claro, le respondío la otra. No obstante, aunque sentía que había confusión en el acuerdo le dejó marchar y deseo buena suerte.

Había pasado una gran parte de la tarde y no lograba apartar la preocupación de su mente y su hermana no llegaba de la cita aquella. Al tiempo su hermana menor se deleitaba pues su cita se trataba de una suculenta sopa de fideos que llevaba varios días en una mesa de la habitación de un anciano que pensaba en todo menos en comida. Había mentido pues no era algo que ambas acostumbraran hacer y la otra no era muy osada. El sol brillaba radiante y como estaba acostumbrada guiarse por la luz del día, comía tranquila. De repente, sintió como si la ventana se cerrara. Luego, la puerta y si no es porque inició su vuelo rápidamente, la enfermera se la hubiera llevado en su palma de recuerdo cuando levantó el plato y los restos. La mosquita estaba muy preocupada. Veía por la ventana y ahí estaba el sol, no entendía nada. Sabía que no dormía en hogares y había decidido ir a este lugar a comer un poco y luego marchar. Pensaba en el regaño que su hermana mayor le daría. Ahora sentía que debía haberselo dicho ¡Sus regaños le hubieran impedido meterse en esas! Se sentó sobre la esquina del armario y con las muchas manos en el rostro, mientras miraba el sol como pidiendo explicación, se puso a llorar.

En lugares como este no debe llegar la noche para que la hora de dormir llegue. Lo desconocía, seguramete su juventud era la causa de que esto ignorara.

La mosca mayor se había cansado de volar de un lado a otro y tenía los nervios de punta. Se puso de píe. Tomó su saquito de tela y metió ambas alas en él. Se elevó y salió en búsqueda de su hermana. Muchas horas pasaron sin que diera con ella. Llegó la noche y consigo trajo el frío. A veces regresaba a su hogar anhelando encontrarla en casa para acestarle un regaño pero la desilusión la recibía junto a la soledad del lugar. Nada. Estuvo en todos esos pequeños lugares que siempre acostumbraban a visitar. Nada. Y cuando ya la noche había apoderado del ambiente por completo, notó una pequeña luz de un faro en una casita blanca que se veía a lo lejos. Sintió un palpito, aceleró su vuelo. Cuando llegó por fin, logró aferrarse a la ventana. Buscó muchas entradas sin encontrarlas. No veía aún a su hermana pero sentía en todo su cuepercito que ahí estaba. Era presa de la preocupación y una mala sensación. ¡La vio! ¡Ahí estaba, en la esquina del armario! Como su hermanita tenía las muchas manos sobre el rostro no la veía. La hermana mayor hacía muchos movimientos. Aleteaba y gritaba. La menor escuchó algo y al quitar sus manos del rostro y ponerse de píe vio a su hermana que estaba tras la ventana. Se puso muy contenta pero recordó de inmediato lo que un día le dijo: "Espero que nunca te toque, pero si te pasa, la clave está en que te quedes quieta, no volés y no podrá atraparte". Pero estaba muy nerviosa, no sabía si volar a su encuentro o aguardar en silencio. Simplemente temblaba de emoción y temor. De repente, vio que a lo lejos se iluminaban cuatro pares de círculos: ¡Era la araña! No soportó el estupor y de inmediato emprendió vuelo, la otra quiso salir a su rescate pero fue imposible y solo pudo ver a través de la ventana cómo su hemana se desvanecía entre aleteos envolviéndose entre los hilos de la telaraña.

domingo

Sonrisa de turno


"La música es un transportador sinigual". Mientras él decía eso, el diálogo en la sala de estar continuaba sin cesar. Ensimismado, conversaba con ese que es él cuando se encuentra con él, debatía acerca del infortunio que podría parecer su fortuna. Siempre en su mente ha tenido su suerte predilecta como un gran regalo. Sabe que tiene hermanos, hermanitas y muchas manos que puede tomar cada vez que el tiempo lo amerita, crea en sus extremidades más extremidades para entregar a quienes la vida puso frente a él su esencia en extremis; y eso que lo extremos no son tan recomendables. Mientras lee muchos libros mentales y conserva recuerdos espirituales que guarda en cofres para mortales; cofres inmortales para recuerdos de mortales, se regocija al saber cuánto le falta por aprender. Sonríe al recordar aquellas imágenes vagas que se esconden en la nebulosa en que se convierte el tiempo cuando se vive con el viento; cuando se respira más que aire y se exhala un aroma a esencia que fluye; nace, atraviesa cordilleras y como la lluvia que se cuela en su cabeza, renace.

Message de Amor decía el cantante en su canción, ésa de la que él solo recordaba el coro pues pese al desconocido lenguaje internacional, el idioma universal le permitía sentir que esa canción escribía en sus letras su sensación. Que a decir verdad, ni él mismo conocía. Sabía sí que tenía pinceladas multiformes; sabía que había tristeza que se pintaba con un fino pincel; fruto y digno de total delicadeza, también alcanzaba a sentir rasgos de alegría que se pintaban con colores y bastante nobleza; tenía una caja especial de crayones para pintar y pintar. Brasil decía el aire y el lugar tenía aroma a mujer, mientras pensaba en aquello que hará y que sabe que de mucho servirá para conectarse con ese él que es en el más allá. Siente que el tiempo pasa con la velocidad de un reloj comercial, acaba de tomar su mano y zafarlo. Mira por el costado del retrovisor, revisa que no venga nadie y sin fuerza, con mucha sutileza, lo deja caer mientras lo ve rodar y rodar, rodar y rodar por el asfalto árido.

Muerde un pedazo de naranja partida, le echa sal a otro pedazo, levanta una copa, respira hondo, en su mente brinda por el amor y entrega a todos sus acompañantes de turno, una sonrisa de turno.

miércoles

Esperanza y Desesperanza.


Y simplemente fue. Así como cuando las cosas hermosas llegan; como por arte de magia, así también se fue. Y la vida pondría la cita para que la ilusa Esperanza y la testadura Desesperanza se sentaran una frente a la otra. Eran ellas dos hermosas hermanas, toda su vida habían estado juntas y según sus propias palabras -sobre todo cuando hablaban con terceros- una no podría vivir sin la otra pues era casi como un duelo que les daba su propia vitalidad. Sin embargo, frente a frente cada una creía estar segura de tener la razón y en sí, ser la mejor opción. En un costado de la mesa un chocolate, caliente, un poquito dulce como le gusta a Esperanza. Al otro costado, frente al aroma que dejaba sentir el chocolate de Esperanza, un café negro; entre amargo y simple, así como lo pide siempre Desesperanza; sin leche. Cada una era la manifestación total de su esencia, cada una en su momento, este que era el momento. Y esperaban con atención la señal aunque tardase en llegar. No llevaban relojes pues les parecía algo estúpido. Además a Esperanza su amor por los astros Luna y Sol le habían llevado a entender el tiempo a través de ellos. Desesperanza por su parte simplemente no esperaba nada del tiempo y mucho menos del amor, de nada. Ya habían pasado a sus camas aún en silencio y casi sin pensar fue el momento: la oscuridad empezó a penetrar por la ventana de la habitación; arriba en un camarote arreglado a su manera estaba Esperanza, ella había pedido la parte de arriba pues creía que le sería más fácil cuando pretendiese volar. Por su parte Desesperanza simplemente no había pedido nada, al ver la emoción de su hermana al solicitar la parte de arriba y más aún su argumento, simplemente dijo: Abajo, creo que es para los cuerdos, como yo. La Luna siempre estaba ahí acompañando las noches de Esperanza que agradecía su compañía cantando con alegría su amor por ella, del que decía: era tan fuerten como el silencio. Esta vez su amada Luna empezó a desdibujarse en el cielo. Esperanza no podía creerlo y seguía aferrada a sus muchas cartas que había escrito, ellas bajo su almohada eran un aeropuerto al que se dirigía antes de dormir pues allí abordaba el vuelo que le llevaba a su encuentro. Eran ahora como un ancla en el mar de lágrimas que no pudo evitar. Finalmente todo oscureció, la Luna eclipsó.

Desesperanza sonreía y le era imposible evitar que se dibujara en su figura un poco de crueldad, a fin de cuentas ella era esencia en totalidad. Esperanza nunca había vivido algo así, ella no veía un cambio de color ¡Ni siquiera se cruzó por su cabeza la idea de que fuera el Padre Sol! Para ella era simplemente una manifestación de la opacidad que pueden generar las palabras cuando no se leen con los ojos si no con el corazón. Sentía que a veces la Luna se burlaba de su ilusión y era cuando le preguntaba a Desesperanza ¿Crees que me ame también? y ella le respondía: Tonta, mejor consigue una buena cantidad de libros y ven conmigo te enseño lo primero, la verdadera razón. Pese a ello se rehusaba, le era imposible hacerlo. Ella no entendía por qué a pesar de las palabras de su hermana y de que sabía que en libros encontraba mucho conocimiento, no alcanzaba a sentir que fuera la verdadera sabiduría. Ella sentía que era ella en su esencia, en su todo el complemento. ¿¡Y has sabido llamarme testaruda!? Ahí tienes tu muestra tontita. Tu, Esperanza... tu ... ¿Cuándo aprenderás? No solo de amor se vive ¡Y menos para nosotros! tan mortales nosotros... Esperanza cayó, lo que sucedía era como un viaje al rincón más helado del corazón, ese rincón que hasta ahora ella desconocía pues su amor siempre había logrado vencer todo cuanto su hermana le había dicho. Giró su cabeza nuevamente hacía la ventana, ahí donde siempre le llegaba un rayito de luz que iluminaba su camino, no estaba. La Luna parecía haber desaparecido. No eran sus ojos quienes lloraban, no era su voz la que se quebrantaba. No, nada de eso. Simplemente sentía la fuerza del viento pero no ese amable viento que todas las noches la transportaba si no uno frío que casi le lastimaba, sentía como si no subiera donde su amada sino que cayera al fondo, al vacío. Mientras su cuerpo se perdía en el tiempo y la fuerza de su atemporalidad también se desvanecía, Esperanza a hacerse aquellas preguntas volvía. ¿Será que tiene razón? ¿Será que siempre he vivido equivocada y no es el amor la verdadera razón? Oh... poderoso amor, ilumíname una vez más, hazme una con el universo. Desesperanza seguía burlándose desde abajo en su cama y en medio de una carcajada le decía: ¿Esperanza, te pido algo más? ¡Vamos, por mejores momentos! Si te pones a pensar, y eso es lo que deberías hacer, como yo, no te volverías a ilusionar con esas patrañas de los abuelos. Este es un mundo moderno, acá eso no es más que una mentira a la que llaman amor. ¡Bah! Dizque amor eterno... Esperanza nada decía pues se encontraba sumida en un profundo sueño y Desesperanza tarareaba: No se puede vivir la laa... la la la laaaa del amor...

Luís y Ángela veían cómo la tarde pintaba en sus rostros rayitos del color del Sol, con su singular alegría el parque recorrían. Estaban muy contentos correteando juntos cuando de repente: una, dos y muchas gotas a su vez sobre sus rostros cayeron. Dijo Luís a Ángela: Está llorando el cielo. Y casi dejaba dibujar tristeza en su rostro cuando Ángela rápidamente intervino: ¡No, no es eso! ¿No sabes? Luís, levantando los hombros mostraba su desconcierto. Te contaré lo que me contó mi abuelo, continúo Ángela: "Cuando el cielo está brillante es el sol andante. Si de repente el agua sientes, no te apures pues no será el cielo quien llora. Es Esperanza que cree caer ante la tristeza de las palabras de su incrédula hermana, Desesperanza.¡No!¡Pero no estés triste niña! Si eres muy atenta y crees en la magia, verás cómo se dibuja en ese mismo cielo una gran figura colorida. Exacto pequeña, el Arco iris. Es ella, Esperanza que creía lanzarse al vacío y no se daba cuenta de que en su difícil viaje el universo le había encomendado pintar los colores del amor en toda su expresión, pues esa es la verdadera razón.

Wow...

Mira Ángela, ahí está. ¿Dónde Luís? ¡Sí! ¡Ya! ¡Ya lo vi! ¡Sí era cierto! y al unisono se escucharon sus alegres voces que gritaban: ¡Que viva Esperanza! Se miraron y recordaron las palabras del abuelo: ¡Y los colores del amor! Alegres corrieron sonrientes.

lunes

Juliana y su globo en el aire.


"Hay ciertos instantes en el aire que se quedan suspendidos en el tiempo; un niño no sostiene un globo en el aire fruto de la física pues es un ser cuya razón de ser es el amor y la alegría. Mientras todos miramos nuestros relojes y qué oscuro se pone el día, él mira su globo y se pregunta ¿Cómo me trepo?

Y claro ¿Cómo no hacerlo si así podría volar junto a él y recorrer todos los caminos que pinta de colores?"


-Corazón, Juliana. Ven, acuéstate que mañana tendremos que levantarnos muy temprano.
Sí, amor, vamos a volar.
¡Sí, en un globo como esos que te gustan! Ya veras, pero antes, ve a descansar... También te amamos.

Serían las tres de la mañana y aún el dedo pulgar de la mano derecha de Juliana estaba en su boca. Aún su madre y su padre no habían decidido si era mejor despertarla o dejar que durmiera hasta cuando simplemente se despertara. Terminaron de hacer maletas, dejaron salir un par de suspiros. Se miraron a los ojos, se besaron y abrazaron, luego miraron a Juliana.

-¿Hermosa, verdad?
Sí, amor. sí que lo es.

Siguió un instante de silencio en el aire.

-¡Vení! Vamos que se nos vuela el vuelo
¡sabes que me encanta cuando jugás con las palabras amor! Muaaaack, te amo
-¡Caminá vamos!

Están ya rendidos. Los adultos miran sus relojes, y ven con desespero cuántas horas faltan. Corre el tiempo. Antes hubo truenos y relámpagos; lluvia. Ahora las hojas de las revistas se pasan rápidamente sin siquiera leerse; hay pantallas televisivas sin espectador alguno, y los adultos duermen. Juliana sigue chupando dedo. De repente, se despierta, mira a su alrededor, todos duermen. Levanta despacio su cabeza, su madre con su instinto la siente y le habla despacio. "-Hola mi amor... ¿Si ha descansado la niña más hermosa? Ya vamos a llegar. Sí, sí. ¿A ver... quién quiere una nueva casita grande de chocolate?"

Juliana dejó oír un grito: "¡Yo!" La madre con nerviosismo, y con su padre ya despierto por el grito, le habla: "Shh.. has silencio, despertaremos a todos". Juliana mira de nuevo a su alrededor, con su dedo índice tapa su boca y sonríe.


Hace mucho calor. Esa hermosa esta nueva ciudad. Juliana, mamá y papá salen con las maletas. Sonríen y dialogan sobre el clima: "¿Qué bueno a ver dejado tanto frío atrás en esa ciudad, no amor? sí, tienes razón. Ya verás que acá tendremos una merecidas vacaciones". Juliana sonríe, como un arcoiris luego de la tempestad, aparece frente a ella un señor con muchos globos, inmediatamente los señala: "¡Quiero, quiero, yo quiero!" sus padres van donde aquel hombre. "¿Cuál quieres corazón? ¿este, el rojo...? ¿entonces cuál? ¿este verdesito? Ah.. ella dice este, señor, el colorido. Sí ¡Ese! el del arco iris. Toma corazón, cuídalo mucho. Ajá, así es pequeña, lo necesitaremos para volver. Continúan su camino cuando sueltan una carcajada, luego de tomar aire: "¡No, no nena! ¡no te pares en él que aún no nos vamos!" Siguen riendo. Juliana, ¡aunque poco entendía también reía!

domingo

Monología de calle.


Los manes venían corriendo y voltearon por la esquina de la Panadería Niño Díos. Yo estaba acá, siempre estoy acá. Vi que venían pero me quedé sentado lo más de relajado con mi sacol ¡Bah! ¡Qué les iba a correr! ¡Bastante trabajo me había costado conseguir la liga para comprarlo! ¿Vos te has preguntado cómo hace uno para conseguir la liga para poder trabarse sin robar a nadie? ¿¿Te lo has preguntado?? No ¿Cierto? Entonces calláte y dejá contar. Como te decía, yo estaba ahí relajado, ahí al lado de ese contador. A mí me gustó ese ponche desde que me tiré a la calle ¿Sabes por qué? Porque uno ahí, ve, si queres acostarte, te tirás a un lado del contador ¿Si pillas? y como es salidito, vos alcanzas a usarlo hasta de almohada y te recostas en él. ¡Ja! ¡Que qué bobada! Vos sos un payaso, no sabes qué es la calle. ¡No tenes idea de pa' qué sirve un pedazo de muro que te cubra del viento! Pendejo...

¡No! ¿Cómo que no te enojes? Te estoy contando las maricadas y te pones a burlarte. Pedazo de marica... ¡Cuál hombre! ¡Agh! ¡No me hagas cosquillas! ¡jajaj! ¡Marica no me hagas cosquilla que me duele el estómago! No he comido un culo jajaja ay.. ay... ya, ya guevón pará bolas pues... Te decía otra vez, la última, si no me dejás contar esta vez ni mierda. Te decía: estaba con mi sube y baja y venían esos manes. Eran dos, uno tenía un busito gris sin manga y una gorrita roja así de pa' un lado y unos rieles blanquitos, unas nai con resortes. El otro era más pequeño, era un pelado y venía descalzo, sin camisa, era así como El Migue, el que se poncha ahí en la galería, sí, igualito. Parce vea... si no es porque la gente de la galeria me conoce, yo creo que hasta me confunden, porque venía ese cucho Gerardo con ¡culo de tus palos! y detrás de él venía Don Javier, que vos sabes que Don Javier es calmado pero cuando le sacan la mierda no come de ninguna y el cucho venía con su rula y que tin y que tales ¿Si pillas? ¡Ja! y cuando me pillaron ¡tin! de una me las cantaron: "Muelas ¿pa' onde cogieron esos manes?" yo sano. Les señalé pero estaba en mi viaje ¿Si pilla? jejeje vaya y esos manes vuelvan ¡Ja! a mí quién me ayuda. De ahí, me paré, salí a buscar a Rosa (la que me lo rosa) jajajaja ¡síza! pero no, no estaba. Andaba todo aburrido pero caliente y me tocó bajar ahí al caño a jalarmela un rato, pero vos sabes que yo soy rápido con eso. ¿¡Que qué!? ¡Tan marica! ¿Vos más rápido que yo? ¡Pareces guevón! Serás más rápido en cagarte jajaja Caminá vamos pa'l caño y me probás figura ¿!Qué!? ¿¡Acá de una vez!? ¿Es que usted es marica o qué? Ja.. si nos pilla mi agente Rentería nos guarda y la chimba... yo no voy a aguantar frío allá. Pues sí, allá uno come pero ¿¡Qué!? la chimba, ¿¡El frío quién se lo aguanta!? No.. sabe qué peluca, nos pillamos más rato ahí en el parque que ya está haciendo culo de hambre, vea ese sol... Mejor me voy pa' onde Don Chucho que allá hay una cucha que siempre compra pan al medio día porque está caliente y claro, me pilla y de una: "¿Don Chucho, de dónde será ese niño?"y la cucha sigue: "Ay.. Don Chucho, no le diga así, dizque gaminsito que usted sabe que eso Dios lo castiga. Mejor, déle un pancito de esos royal y una pony pequeña y me la apunta que yo se la pago... Ah... pues yo no sé, como usted quiera, usted verá. Sí, se le hace en especie... jejeje no, mi marido no está el viernes, por ahí a las diez porque está Doña Carmen y ella hasta que no se acaba ese Desafio no se acuesta y como es de sapa, mejor cuidar la imagen, usted sabe.

miércoles

Doña Juanita y Simón.


Caía la tarde y se escuchaban a lo lejos las gaviotas que atravesaban el cielo. Estaba Doña Juanita sentada en su sillón rojo, siempre al lado de su mesita café. Por debajo de la mesa, encima de la cama y al lado de la ventana se paseaba Simón. A pesar de que era bastante tranquilo había momentos en que parecía casi perder el control y su maullido dejaba escuchar en reiteradas ocasiones. Doña Juanita dejaba caer un poco sus enormes gafas y veía cómo revoloteaba Simón. "Loco... a Feliciano no lo queres cazar, a mí no me engañás Simón, lo amas ¿No ves que son el uno para el otro" le decía mientras apuntándolo con su dedo se ponía de píe. Metía sus pies en sus sandalias blancas y caminaba lento hacia la grabadora negra que había heredado de su padre. Siempre estaba al lado de la grabadora un cassete que tenía una cinta blanca en la que se leía: "El Ratón Feliciano". Ella buscaba entre todos, bajaba la caja y leía: "Héctor... la Fania, Celia, Sonora, Daniel... ¿Dónde estás? ¡Acá estás! y ahí estaba, siempre al lado de la grabadora. Luego cuando se le veía volver hacia el sillón, alcanzábase a oír un ruido parecido a la lluvia y de repente, como por arte de magia, un piano entraba en la casa, seguido de una armoniosa voz que decía: "Mi gato se está quejando..."

Doña Juanita sonreía mientras volvía a su sillón. No acaba de acomodarse y Simón ¡de un salto iba a parar sus piernas! un par de ronroneos y como un trompo se enrollaba.

lunes

Salomé y Nacho.


Salomé es una hermosa niña, acaso tendrá unos cuatro años y ya sabe pronunciar el nombre de su mejor amigo: Nacho, un perrito negro quien ha sido su compañía desde su llegada al mundo. Salomé y Nacho son una pareja inseparable; están acostumbrados a pasar largos ratos en la azotea; en el patio de la abuela, cuando van de visita a su finca; o en las calles corriendo por mucho tiempo. A veces Salomé reprueba al pobre Nacho porque no cumple con sus tareas "por estar jugando”, según dice ella. A pesar de que aún no conoce la escuela, ella es la maestra. Cuando lo regaña por no tomar la taza de café como le ha enseñado con Juanita, su pequeña muñeca, Nacho se pone muy triste y se alcanza a escuchar su lamento. Luego la tristeza también llega a Salomé y decide ayudarle con la tarea: un par de rayones de ella y dos huellas de él, son suficientes para que un intento de "E", llegue como calificación por el esfuerzo. Cuando ya las fuerzas de la pequeña y su perrito empiezan a escasear, ella lo carga y ambos van a la habitación de Salomé. Ahí, con el mayor cuidado para no despertarlo, le arropa con su propio abrigo, ese verde al que tanto amor le tiene, ahora Nacho duerme.

Salomé deja salir un largo bostezo que se convierte en señal para sus padres. Preparan su cama, la llevan al baño y le enseñan a cepillarse. Finalmente ora de rodillas y salta a su cama. Pero justo antes de dormir, sonríe por la historia que le contó su padre sobre una niña y su hermoso perro. Se hace la dormida, su padre le da un beso en la frente y cierra la puerta de la habitación luego de desearle buenas noches. Tan rápido como éste cierra la puerta, Salomé se baja de la cama y a hurtadillas, a la espera de no ser descubierta, trae en sus manos a Nacho, lo acuesta a su lado, sube su cobija hasta la garganta, le da un beso en el hocico, y luego de desearle buena noche, con un giro de su cuerpecito abren el portal del mundo de los sueños.