Ser

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Es este un espacio para la interacción entre la realidad de un ser real y la experimentación surreal de un ser virtual...

miércoles

Esperanza y Desesperanza.


Y simplemente fue. Así como cuando las cosas hermosas llegan; como por arte de magia, así también se fue. Y la vida pondría la cita para que la ilusa Esperanza y la testadura Desesperanza se sentaran una frente a la otra. Eran ellas dos hermosas hermanas, toda su vida habían estado juntas y según sus propias palabras -sobre todo cuando hablaban con terceros- una no podría vivir sin la otra pues era casi como un duelo que les daba su propia vitalidad. Sin embargo, frente a frente cada una creía estar segura de tener la razón y en sí, ser la mejor opción. En un costado de la mesa un chocolate, caliente, un poquito dulce como le gusta a Esperanza. Al otro costado, frente al aroma que dejaba sentir el chocolate de Esperanza, un café negro; entre amargo y simple, así como lo pide siempre Desesperanza; sin leche. Cada una era la manifestación total de su esencia, cada una en su momento, este que era el momento. Y esperaban con atención la señal aunque tardase en llegar. No llevaban relojes pues les parecía algo estúpido. Además a Esperanza su amor por los astros Luna y Sol le habían llevado a entender el tiempo a través de ellos. Desesperanza por su parte simplemente no esperaba nada del tiempo y mucho menos del amor, de nada. Ya habían pasado a sus camas aún en silencio y casi sin pensar fue el momento: la oscuridad empezó a penetrar por la ventana de la habitación; arriba en un camarote arreglado a su manera estaba Esperanza, ella había pedido la parte de arriba pues creía que le sería más fácil cuando pretendiese volar. Por su parte Desesperanza simplemente no había pedido nada, al ver la emoción de su hermana al solicitar la parte de arriba y más aún su argumento, simplemente dijo: Abajo, creo que es para los cuerdos, como yo. La Luna siempre estaba ahí acompañando las noches de Esperanza que agradecía su compañía cantando con alegría su amor por ella, del que decía: era tan fuerten como el silencio. Esta vez su amada Luna empezó a desdibujarse en el cielo. Esperanza no podía creerlo y seguía aferrada a sus muchas cartas que había escrito, ellas bajo su almohada eran un aeropuerto al que se dirigía antes de dormir pues allí abordaba el vuelo que le llevaba a su encuentro. Eran ahora como un ancla en el mar de lágrimas que no pudo evitar. Finalmente todo oscureció, la Luna eclipsó.

Desesperanza sonreía y le era imposible evitar que se dibujara en su figura un poco de crueldad, a fin de cuentas ella era esencia en totalidad. Esperanza nunca había vivido algo así, ella no veía un cambio de color ¡Ni siquiera se cruzó por su cabeza la idea de que fuera el Padre Sol! Para ella era simplemente una manifestación de la opacidad que pueden generar las palabras cuando no se leen con los ojos si no con el corazón. Sentía que a veces la Luna se burlaba de su ilusión y era cuando le preguntaba a Desesperanza ¿Crees que me ame también? y ella le respondía: Tonta, mejor consigue una buena cantidad de libros y ven conmigo te enseño lo primero, la verdadera razón. Pese a ello se rehusaba, le era imposible hacerlo. Ella no entendía por qué a pesar de las palabras de su hermana y de que sabía que en libros encontraba mucho conocimiento, no alcanzaba a sentir que fuera la verdadera sabiduría. Ella sentía que era ella en su esencia, en su todo el complemento. ¿¡Y has sabido llamarme testaruda!? Ahí tienes tu muestra tontita. Tu, Esperanza... tu ... ¿Cuándo aprenderás? No solo de amor se vive ¡Y menos para nosotros! tan mortales nosotros... Esperanza cayó, lo que sucedía era como un viaje al rincón más helado del corazón, ese rincón que hasta ahora ella desconocía pues su amor siempre había logrado vencer todo cuanto su hermana le había dicho. Giró su cabeza nuevamente hacía la ventana, ahí donde siempre le llegaba un rayito de luz que iluminaba su camino, no estaba. La Luna parecía haber desaparecido. No eran sus ojos quienes lloraban, no era su voz la que se quebrantaba. No, nada de eso. Simplemente sentía la fuerza del viento pero no ese amable viento que todas las noches la transportaba si no uno frío que casi le lastimaba, sentía como si no subiera donde su amada sino que cayera al fondo, al vacío. Mientras su cuerpo se perdía en el tiempo y la fuerza de su atemporalidad también se desvanecía, Esperanza a hacerse aquellas preguntas volvía. ¿Será que tiene razón? ¿Será que siempre he vivido equivocada y no es el amor la verdadera razón? Oh... poderoso amor, ilumíname una vez más, hazme una con el universo. Desesperanza seguía burlándose desde abajo en su cama y en medio de una carcajada le decía: ¿Esperanza, te pido algo más? ¡Vamos, por mejores momentos! Si te pones a pensar, y eso es lo que deberías hacer, como yo, no te volverías a ilusionar con esas patrañas de los abuelos. Este es un mundo moderno, acá eso no es más que una mentira a la que llaman amor. ¡Bah! Dizque amor eterno... Esperanza nada decía pues se encontraba sumida en un profundo sueño y Desesperanza tarareaba: No se puede vivir la laa... la la la laaaa del amor...

Luís y Ángela veían cómo la tarde pintaba en sus rostros rayitos del color del Sol, con su singular alegría el parque recorrían. Estaban muy contentos correteando juntos cuando de repente: una, dos y muchas gotas a su vez sobre sus rostros cayeron. Dijo Luís a Ángela: Está llorando el cielo. Y casi dejaba dibujar tristeza en su rostro cuando Ángela rápidamente intervino: ¡No, no es eso! ¿No sabes? Luís, levantando los hombros mostraba su desconcierto. Te contaré lo que me contó mi abuelo, continúo Ángela: "Cuando el cielo está brillante es el sol andante. Si de repente el agua sientes, no te apures pues no será el cielo quien llora. Es Esperanza que cree caer ante la tristeza de las palabras de su incrédula hermana, Desesperanza.¡No!¡Pero no estés triste niña! Si eres muy atenta y crees en la magia, verás cómo se dibuja en ese mismo cielo una gran figura colorida. Exacto pequeña, el Arco iris. Es ella, Esperanza que creía lanzarse al vacío y no se daba cuenta de que en su difícil viaje el universo le había encomendado pintar los colores del amor en toda su expresión, pues esa es la verdadera razón.

Wow...

Mira Ángela, ahí está. ¿Dónde Luís? ¡Sí! ¡Ya! ¡Ya lo vi! ¡Sí era cierto! y al unisono se escucharon sus alegres voces que gritaban: ¡Que viva Esperanza! Se miraron y recordaron las palabras del abuelo: ¡Y los colores del amor! Alegres corrieron sonrientes.

2 comentarios:

  1. Wow eso lo escribiste vos?? ESO LO ESCRIBISTE VOS!!!?? Increible men! super tranportador... reloco! me encantó! felicitaciones hermano, te tengo envidia, de la buena.

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  2. Chévre, me halagas. Bacano que te haya gustado y bueno, yo también envidio tu habilidad con el diseño; de buena manera.

    P.D: Sí, lo escribí.

    ¡Saludos!

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