Ser

Ser
Es este un espacio para la interacción entre la realidad de un ser real y la experimentación surreal de un ser virtual...

domingo

Ella, allá, arriba,


Ella y su pluriformidad, su sagacidad para colarse en la mente de los vagabundos, nocturnos y vivientes.

Ella capaz de penetrar la más delicada membrana celular de la oficinista peculiar.
Sí, ella siempre está ahí, está ahí cuando pareciera que no la quisieras dejar ir.
Está ahí, simplemente llega por arte de magia y magia en el arte.

Ella, ilumina la propia luz, dándole un color tan diferente; entregándole un instante de respiro y ojos cerrados a la gente.

Ella, hoy se posa de nuevo en la mente y desde el corazón influye en el universo, apoderándose de todo cuanto a su paso hay; recuperando y reanimando al que era débil.

miércoles

Nació un cimarrón.


Con cadenas lo atan, su familia y su cuerpo maltratan. Balbucea por piedad en alguna lengua extraña. En respuesta a su lamento, encuentra un golpe certero que su conciencia arrebata.

Despierta, los suyos no son tan suyos; tienen ahora amos que con arma en la mano ven cómo limpian sus zapatos con sucios trapos. Aquella a quien sus besos regalara y aquel a quien en sus brazos arrullara se alejaban entre alaridos y un profundo llanto. ¡La furia se hacía veneno que por sus ojos escupía! Lágrimas ardientes corrían en sus mejillas y cada uno de sus esfuerzos por no separarse de los suyos se convertía en un golpe en su cuerpo que dejaría huellas que no borraría el tiempo. Nuevamente su conciencia le abandona. Ahora la razón es un latigazo que en su rostro se ha estrellado.

Intenta correr pero las ataduras casi pueden romper sus venas. El lamento no cesa. Las lágrimas escasean y su voz quebrantada se pierde entre las carcajadas de las armas que a su rostro señalan. Se extiende por horas que se hacen eternas. El cielo está despejado. Una lluvia de escupitajos baña su cuerpo confundiendo la sangre con agua y el agua con baba. Parece una lucha de fuerzas en la que aquellos que lo estropean se disputan el título de quién le deja más huellas. Su cabeza se pasea entre conciencia e inconciencia. La tortura se prolonga por toda la tarde y aquellos se permiten cederse el turno educadamente para tener la oportunidad todos de poner a prueba sus fuerzas. Hubo llegado. Todos entre carcajadas y bebidas frías que luego se convierten en la orina que termina la faena de aquella golpiza, entran a la hacienda. Él sigue ahí postrado, reducido, humillado. El cansancio se asoció con el sueño y se lo llevó a los campos del griego Morfeo.

Bajo el efecto del hambre y el adormecimiento, la noche se posaba y él seguía ausente de su propio cuerpo. Poco después, un ruido entre la hierba lo espabiló y retornó aquel agudo dolor en cada centímetro de su piel. Una gran sombra con un par de luciérnagas al nivel de lo que podría ser el rostro se acercaba. Estuvo a punto de gritar pero las fuerzas le faltaron, su voz le abandonó y ahora solo el frío y el temor se expresaban en su temblor, aceleraba el ritmo de su corazón. La sombra se abalanzó y tomó forma. Con la cercanía, aquella sombra se convertía en un hombre que con el índice derecho puesto sobre los labios y unos ojos grandes bien abiertos, desenfundaba algo brillante y reflectivo desde su cintura. Él, sin saber por qué, se tranquilizó. El hombresombra liberó sus brazos y con su mano izquierda le invitó a que le siguiera hacia lo oscuridad pero, contrario a lo que el hombresombra indicaba, él quería correr hacia la hacienda, recordando que hacia allá habían llevado a los suyos.

Con sus manos en el pecho hacía como si un bebé arrullara y se abrazaba. El hombresombra tomó su brazo y le resguardó con un abrazo. Sería su guía en la oscuridad y él debía abandonar lo que en la hacienda había. Tomó su brazo. Ambos giraron sus cabezas de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Ahora precedía el trayecto del hombresombra dejando a su paso lágrimas profundas que en la tierra se convertían en huellas. Mientras corrían elevaba sus manos en dirección al cielo como si esperara alguna explicación de la luna que a lo alto brillaba. No tuvo tiempo para limpiar ni secar su rostro pues casi sin darse cuenta, sus pies descalzos, de musgo y pantano se impregnaban mientras empezaban el largo camino entre la oscuridad de la noche y la inmensidad de la Selva…

Nació un Cimarrón.

domingo

Tenue pasión


Una tarde nublada. Las calles húmedas, parece que va a llover, parece que llovió. Un silencio particular acompaña la mesa. Ahí, sentados de nuevo están. Varias son las horas que han visto pasar mientras dejan salir una que otra palabra, vaga por demás. ¿Impresión de algo? ¿Afán de vitalidad? Como una búsqueda por no fallecer sin saber, simplemente desconocer. A veces, entre las personas rebuscan un pedazo de tema del que se puedan aferrar; servirá algo que parezca interesante o que lo sea de verdad. No tarda en llegar el palabreo, visitante frecuente del lugar. En medio del letargo, su cabeza intenta girar, la lentitud dice presente. No sólo físico, tan bien mental. Ahora, es momento de observar. La figura motriz sale de entre las cortinas, rojas encendidas, emana tales palabras con tal sensualidad que aviva el alma de muertos que se rehusaban a despertar. Da dos o tres pasos, se aferra a la vara que toca el cielo; convirtiéndose en el camino más corto para poder pecar, el pecado celestial. La flecha mediana del reloj alcanza a dar media vuelta y parece que todo llega al final. Con aires de tristeza retoma su postura. Dos son en la mesa, vida no hay ninguna.

En el aire inundado del humo de algún tabaco, queda una ligera sensación a sazón, hogareña sazón. Una muñeca corporal se direcciona a la vista y advierte que es hora de marchar. Mano en el bolsillo, papeles de valor comercial. Miradas que se cruzan y un acuerdo que se prolonga hasta el día que corresponda.

viernes

Reinvención.


Al principio lo habíamos dialogado. ¿La verdad? Desde más de un año atrás, habíamos acordado estar ahí. Sin embargo, distintas situaciones anteriores, por demás fortuitas, habían, no “suspendido”, mejor postergado el encuentro. Y bueno, todo lo demás: cómo se llega, cuán agradable es el paisaje, si me estaba viendo el partido de Brasil, pensando en que al llevar la camiseta de segunda que tengo de la verdeamarhela haría que tuviera una mejor visión de esta Copa América, hasta ahora pobre en emoción y así, todo eso queda en otro contexto o mejor, en otro momento. Lo que verdaderamente acá me tiene creo que podría apuntar a otro lado:

Acentos que se mezclan, desde lo alto de gringolandia hasta lo profundo del Pacífico. Saberes que se trasladan, una familia que se une y un mayor al que se respeta. Mi presencia no pasó desapercibida como hubiera querido yo. Había que ver el momento en que cada uno decía su nombre de pila acompañado de una fuerte y enorgullecedora entonación del apellido, como reafirmando que se apellidan: Herrera. A veces la discusión con ese mi gran hermano se pintaba con una brocha que sostenía él en su mano; alegando el uso de mi propio apellido a favor, como queriendo ganar puntos en esta nuestra discusión hasta sin sentido. Pero lo bueno, es que nadie nos quita lo vivido, lo reprochado y los abrazos recibidos. Yo no sé si está bien decir: a grandes rasgos. Pero, cuando uno siente que ha vivido muchas cosas y que le gustaría contarlas de a pedacitos, como cuando se guarda con lentitud y casi con recelo el último pedazo de bocado.

Ha sido un placer verdadero. Yo creo que los giros no se esperan si no que se provocan y también creo que estoy soplando despacito en un polvero. Pero, cuando se sopla tan despacito en algo tan sensible como el polvo, simplemente se va levantando y en el ambiente se está sintiendo. No quiero ver los rostros de los míos toser mientras inhalar el oxigeno polvoriento. Sí, quiero verlos cerrar los ojos, volver a creer y al abrirlos nuevamente, encontrarme frente a sí un hermoso amanecer. Cargado de anhelos conseguidos y tranquilidad reciba por la sabiduría y la verdad.