Ser

Ser
Es este un espacio para la interacción entre la realidad de un ser real y la experimentación surreal de un ser virtual...

viernes

Nubarrones, frío, calor, instantes.

¿Qué tiene por dentro un nubarrón? Sí, es que hasta un nubarrón tiene algo por dentro. Y un nubarrón sí que tiene mucho por dentro. No obstante, sigue ahí, amenazantemente sutil. Paseando por la mente y la frente. Desdibujando el subconsciente. Sigue ahí, con su pulverización y emisión gris. Ahí, omnipresente. Ahí, por momentos resplandeciente, en sus esquinas y rincones. También creo que un nubarrón debe ser entendido, o necesita ser contemplado. Creo que por fría que sea su presencia y helada que se ponga la piel con solo sentirlo, requiere de un instante en el tiempo en el que todo eso que es él; multiforme, enorme y ensanchable, pueda explayar todo lo que es.

No me gusta el frío, en absoluto. No me gusta la idea de que me tiemblen los dientes mientras la temperatura desciende. No me gusta ni pensar en la gripe, la voz afónica o disfónica, nunca me gustó. Sin embargo, así como el frío es frío porque el calor es calor, así mismo tiene su razón de ser, tiene su esencia, su forma y con seguridad se puede disfrutar. El frío es un reto que el clima pone sobre nosotros. Algo así como una propuesta a atrevernos a aceptar las diferencias entre los seres, a asumir con convicción que la humanidad misma es mucho más que un yo. A diferencia del calor, el frío necesita ser bien compartido. El frío no es amigo de la soledad, si están juntos, pueden compaginar sensaciones desastrozas en las almas. El calor por su parte, puede sofocar, fastidiar pero con algo de brisa o alguna muestra de frescura se podrá sobrellevar. Pero el frío, si el frío se apropia de un sitio en el que la soledad reside... es una mezcla para nada agradable. Abrigos, cigarrillos, fogatas, guantes, bufandas... sí, muchas cosas se han inventado, pero el frío, el frío solo se puede amenizar con el calor del alma, el calor de la compañía. Ah... y no quiero tocar la frialdad, esa sí que asesina. Así como el frío debilita el alma, la frialdad la asesina.

Ahí, en medio de la nada que podría ser todo se encontraba. Pero hoy, hoy era nada porque sola estaba. Estaba ahí, sentada en la banca. Frío el costado izquierdo. Ella, pequeña y delgada, con tanto llevaba encima parecía a cualquiera menos a ella. Sin embargo, su cuerpecito solo alcanzaba a ocupar un costado de la banca y pese a todo el calor que siempre emitió su corazón, el frío conseguía penetrar su alma, apropiarse de su piel, de sus labios, de su tejido y ablandarla, ablandarla hasta casi helarla. Luego, una llamada; un instante en que otra voz por su oído penetraba. Ese calor fue tan fuerte que el hielo de su corazón derritió, dejando ver en sus mejillas, cómo corría el brillante líquido que releva la más pura sensación.

miércoles

Loores a los Aros.




Es... demasiado dulce. Como tentanción de vitrina. Y de repente, cuando tu deseo delincuente impera en la mente: ¡Crack! el vidrio se rompe. Ahora todo es diferente. Eso que veías danzar ahí, tan cerca pero tan lejos ya está acá. Eso que era como de cristal, como una sagrada escritura... sagrada e inmaculada, ya está manchada, mejor, está dispuesta a ser tocada. Tiembla con dulzura y desde adentro el arremolinamiento estremece el viento, se te pone dura. La lagartija se arrastra por el suelo. Es apenas una bebita pero su deseo de explorar le grita. Vos ansioso estás por sacarle una lagrimita. Le hablas en voz baja y la sentís cada vez más cerquita. Antes estaba sequita, ya no tanto. ¿Se espantó? No, sigue ahí. Cada poro se excita. Sigue ahí, como en la cima... suavecita, fresquita. Y ahora vos que cerrás tus ojos, levitás.

Era el destinado y preferente destinatario, ni mercenario ni corsario, mejor un participante e invitado honorario y quien no prefería dar tiempo al horario. Así se le conocía y así era como él prefería que se le imaginara, además, siempre se murmuraba y murarará, cosa que con el tiempo poca importancia tendrá. Sus mezclas predilectas solían resultar como frutas frescas en el edén de la pesca. Como un codazo entre los que de algo han hablado y luego lo tienen de frente. Susurros con disimulo y exhalaciones repentinas.

Sí, a él no se le pasaba nada. Ya había puesto la musiquita. ¡Ja! Ahí estaba con sus labios a medio doblar, su sonrisa picarezca, esa misma con la que lograba que la Paloma crezca y esa misma con la que lograba que el amanecer aparezca -y desaparezca- entre el nubarrón que en su cabeza para la paloma gesta. Ahora estaba ahí en el aro, haciendo que el temor desaparezca y abriendo el regalo sagrado: la cesta. Y vienen y van sus peculiares amagos; con el entra o no entra...

Ahora los veía, ahi estaban. En su brazo, en su bolsillo, en la mesita que tenía al lado y en la pared, sobre todo ahí, en su pared, pulcra para efectos de la causa. Ahí van segundero y minutero. Siguen, como hace largo rato, correteando y correteando; capaz que se la pasan en eso el día entero. Ahora, el dolor y temor se cobijan de pasión y se bañan de sudor. Ahora la calma llega a su palma y de a poco aire inhala, exhala... abre los ojos. La Paloma se siente diferente, más abierto el presente y también el horizonte. Una menos en sus estampillas y otra más para las cosquillas que gestarán los recuerdos de sus rodillas.Sonríe. Las alas largas de par en par se despliegan. Pareciera que nace de una cabeza y le da paso al olvido de la nobleza; borrón y cuenta nueva. Y así, lo permeado de a poco se seca. En el ambiente respira un calor matutino, pese a que en pocas horas la noche entra y su rostro está atento al momento en que, con su lente capturará el instante de la nueva flor silvestre, que se florea para su mejor postal; húmedo recuerdo se plasma en sus mentes.

Y decían que la ponía en un pedestal...
y sí, es que entre más alto se eleva más profundo entra.
y sí, es que también ha de bajar,

y así, su levitación tendrá final.

lunes

Desde lo recóndito. #¿?

Bonitas estas las horas para escribir...

En fin. Festival de día el vivido. Un poco de nada que reune todo, las entrañas de los míos que me hacen cada vez más mío, haciéndolos a su vez, míos. Pocas veces la luz de la calle pero muchas veces el frío en el aire. Y es que se filtró... y es que ha estado haciendo mucho de él, mucho frío. Quizá sea como ese juego en el que el destino te pone contento, despojándote de prendas nuevas que enceguecían si así lo quisieras y recuperando la belleza de esos harapos a los que en algún momento hasta llamaste -llamamos- "viejos". Varias horas, que se han transformado en días, a su vez, en semanas y si se tiene la dicha, meses. Alejarse un poco es volver, ¿A empezar? No lo creo, sencillamente volver para oxigenar, y continuar. Senderos se deben plasmar, frente a las cosas se debe reflexionar. Aún queda su sombra por ahí en el vacío y cuando menos lo espero, casi de ella escribo pero es también así, sangrando como sale luego una cicatriz. Y es que no solo las heridas cicatrizan, eso debe quedar claro.Cicatriza y cicatrizará todo aquello que se deba curar.

Me da mucha alegría leerme, me da mucha alegría saberme unplugged de la red-como te dije a vos que espero que me llames de nuevo, fue agradable oírte, ¡ya imagino cuan agradable será verte!- pero conectado con el todo y en ese esfuerzo, léase bien, esfuerzo no intento, por tejer las redes que sostienen, esas, las mismas de siempre. Ahora, casi que cualquier argumento es válido y permíteme estar ahí, muchas pequeñeces que otrora pasé por alto para dar gusto al gusto que con el tiempo se hizo disgusto, ahora son magnas y sirven de argumento, sólido argumento para mirar hacia donde aún transita el viento y seguir viviendo, sintiendo, resintiendo. ¿Qué será eso? Cualquier cosita da risa, cualquier visita es como la alegría cubierta en papel regalo y de caminar muchas ganas hay pero, por primera vez, en mucho tiempo la cabeza no tiene un nombre concreto, no se traslada en ella o aquella y reflexiona sobre lo dicho y bla bla bla... ¿Será eso? Que desde hace mucho tiempo el tiempo me vio sin tiempo; ahí, analizando lo complejo, siempre perplejo ante la sensación, siempre pendejo. ¡Quién sabe! Lo que se sabe es que es todo es perfecto, que es un proceso -Como le dije al amigo de mi amiga aquella vez en que me invitó a San Antonio y me ofreció algunas birras, fui con mi otro amigo; de una u otra forma podría marcharme pronto, luego de recibir mi saco verde, ese saco bonito que me regaló el pelado la última vez que estuve en Bogotá y que le presté a mi amiga la que me invitó y llevó a su amigo a quien le dije que era un proceso y se rieron como quien tiene droga y alcohol en la cabeza, el cerebelo, en todo el cuerpo y se encuentra con alguien que no lo tiene. Sí, se rieron, no me reí, miré a mi amigo y con el ojo izquierdo le dije: nos vamos cuando te lo indique con el ojo derecho. Y sí, así fue, le indiqué con el ojo derecho y con facilidad levanté mi ceja, también derecha, ah.. por cierto, no me traje el saco verde. Ahora que lo recuerdo, lo extraño, porque es la segunda vez que hablo de él en tan poco tiempo, primero a mi sobrina Nicolth le conté, y ahora acá, contándole a quién quiera que sea usted, vos, ustedes, lo que sea que lea o vea esto- decía entonces que es un proceso y por momentos se acelera, por momentos se ralentiza, eso sí, cuando más se acelera y cuando mejor se pone la cosa es cuando la distancia hace mella. Porque, no hay mejor forma de mostrar, que demostrar, sí, así es el interés, ¿Quiere mostrarlo? Demuéstrelo. ¿Cómo? He ahí el detalle... no lo sé, solo digo cosas que se me viene a la mente antes de que el reloj que está en la esquina inferior derecha de este iceberg humano, llamado PC, dé la 1 (Una). O, bueno, quizá sea antes, cuando me canse, ¿Qué sé...?

Bueno, ya a descansar, más... ¡!
Les recomiendo que escuchen a Yael Naím. Es una nena muy linda, así toda flaquita, alta también y con cabello negrito, pero en fin, se las recomiendo no por su bonita sonrisa, su atractivo físico sino por su linda voz, tiene una canción que se llama: New Soul, quizá les agrade y si alcanzan a ver el video, mejor aún, quizá perciban un poco más los mensajes que las letras emiten entre ellas cuando se encuentran y así dejan ver un poco que el ocaso, de una u otra forma, es un nuevo amanecer.

jueves

Cinco

Lo que yo creo es que es algo así como el primero de muchos. En mis oídos el tacto del sonido. En mis ojos las alusiones del naufragio en el tiempo vivido, casi calcinado y enviado al olvido. Esa flor deberá retoñar pero lejos de esta tierra. Ahora vos, sí, vos que me robas una sonrisa con tu gentil número. No me gustan los números y siempre han sido bastante alejados para mí pero en tu caso, hago una excepción, una pausa y una escritura en el renglón, ahí al costado porque se siente bien. Porque es agradable lo vivido, serás el único impar; número por demás, que me llega a agradar. Sí, siquiera un poco más que los demás. Y de nuevo, ahí vos estás con tu particularidad, con tu gesto de benevolencia, de expresionismo impregnado en cada gesto y alegría esculpida en las curvas de tus labios.

Linda tu aura y cargada tu alma, tomacorriente que no toma corriente si no que siente y entrega lo que siente a quien lo siente. Sí, es agradable eso oís. Sonrisa para vos y ese vos que sos vos. Me pone contento que te ponga contenta que los otros estén contentos; la particular condición humana... ¡Sí que ha sido fruto de análisis! Y, bueno, recibo con agrado esa decisión tuya de entregar, y entregarte. De ojos cerrados creo en lo bonito como siempre he creído y dejo que acá se quiera quedar mientras dialogo con vos, o bueno, mientras me esperas, como te lo he pedido.

Uno, dos, tres, cuatro...

sábado

Noche de Perros y Gatos.

El vecindario era testigo de cuánto tiempo se había pasado el Perro meditando sobre la manera correcta para sorprender al gentil Gato. Era su cumpleaños y sencillamente quería verle feliz, claro tenía que queríar pasar como siempre desapercibido. No solía ser un Perro al que le gustara estar en boca de nadie y era, a decir verdad, más bien callado. Le tenía demasiado afecto al Gato y, contrario a lo que los demás pensaban –suele contrariar la realidad a los demás- en vez del tradicional concierto de ladridos y maullidos desesperantes y exasperantes, después de un tiempo habían elegido dialogar y esta sí que era una bonita relación entre el Perro y el Gato.

El Perro se echaba al lado del tarro de la basura, ese que estaba en el patio y quedaba siempre lleno en la noche, luego del día largo en casa de Los Rodríguez. Oía al Gato que sus historias le contaba: de su día en casa y su lucha constante con un ratón loco que ya era grande y con el tiempo se hacía casi como su compañero de esa comedia a la que llamaban hogar. “Doméstico” era como le decían los gatos callejeros y el Perro le repetía una y otra noche mientras la luna veía, que hiciera caso omiso de todo ello, que eran bobos aquellos y que nunca dejara de ser que estaba bien siendo como fuera. Le preguntaba entonces el Gato sobre el amor al Perro… le respondía el Perro que sí, que seguía enamorado, que se sentía un bendecido. Sonreía con ilusión y le brillaban los ojos. Al Gato le gustaba preguntarle sobre eso porque sabía que el corazón del Perro palpita con emoción y se le veía resplandecer desde adentro. Empezaba por decirle al Gato que su amor brillaba ahí, a lo alto en el cielo, resplandeciente. Que era preciosa, era hermosísima en toda su esencia y seguía y seguía el diálogo y el mar de sensaciones fluían en su boca. El Perro hablaba tan bonito sobre el amor que el Gato se quedaba dormido con el arrullo de su voz y los deseos de llenarse de lindos sueños y amar.

Así eran ellos, coincidieron en algún lugar y agradecían haberlo hecho.

Llegó el día y el Perro no sabía qué hacer, se veía nervioso. El Gato lo sentía extraño ¿Te pasa algo? le preguntó. Le respondió el Perro que no. El Gato continúo: sé que sí. Déjame ver qué traes ahí entre tus manos. ¡No! Respondió con fuerza el Perro. El Gato insistía y así empezaron a alzar sus voces. Entre forcejeos el Gato logró arrebatar un paquetito que traía el Perro. De inmediato el Perro fue tras él. Corría y corría. El Gato se subía en los techos, atravesaba por encima y debajo de las escaleras. En la persecusión voltearon el tarro de la basura, rompieron tejas e hicieron del lugar un verdadero desastre. Una y otra vez, toda la noche se la pasaron correteándose y el diálogo de otros días quedó en el olvido. Cuando empezaron a brillar las primeras muestras del sol, el Perro estuvo cerca del Gato, cansado éste de tanto correr, no aguantó el último embiste del Perro que en un intento por atrapar el paquete, logró zafarselo sin percatarse de que estaban frente a él la escoba, el trapeador y el recogedor de la basura ¡y pum! se estrellaron y se les abrió el paquete. Era una planta de muchos colores y muchas flores que invadió el ambiente con sus hermosos olores.

Había nacido un nuevo día cuando salieron de casa la señora y el señor Rodríguez. Al ver el patio dejaron escapar: ¡Otra noche de Perros y Gatos!