Momentos vitales.

Podría decir tantas cosas pero hay momentos donde el sentimiento es tan fuerte que reboza las fronteras. Y acá las fronteras son tan simples o inmensas como una tecla que se escuda bajo la huella. No sé, quizá las formas sean un asunto de normas; uno, dos, tres. No lo sé, lo que sé es que en honor a la honestidad, al amor y la realidad; metafísica, surreal o como se quiera llamar, erijo mi bandera que se ondea con sus colores brillantes, esos que muestran su amor por el arcoiris en que se puede convertir el amor, multiforme, extraño y en delicado, livianos y dulces pequeños empaques.

Tanto puede seguir diciendo uno como lo que puede seguir hablando y sin darse cuenta, o dándose cuenta de ello, el tema sigue siendo el mismo. Y es que, como bien lo dijo el maestro Rilke: "no penses en escribir sobre esos temas que escriben, escribí sobre lo que sos, tus sentimientos"(Bueno, ahora que lo recuerdo vale la pena aclarar que pese a las comillas y lo que pareciera ser una cita textual, es en realidad lo que quiso decir, según yo. ¿Haber, Rilke diciendo "penses"?). No sé qué es eso que trae en su bolsa de telégrafo el viento pero sé que mirando al cielo con alegría y anhelo sigo el trayecto, ese que me aleja de la irrealidad en que puede convertirse la virtualidad para seguir la manifestación de un sentimiento.